1. El sacrificio 4


    Fecha: 11/08/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: orfeo, Fuente: CuentoRelatos

    —“Te vi puta de mierda, vi como te tragabas la leche de Garmendia!! Si no querés que le diga a tu marido vas a tener que dejar que te coja hoy a la noche…”.
    
    —Soltamee!, me lastimas Ramireez! Dijo mi madre.
    
    Ramirez es un ex presidiario que comenzó a trabajar hace unos días como jardinero. Este dialogo lo escuché una tarde, mientras me daba una ducha en el baño ubicado fuera de casa. Este hombre en cuestión una mañana, cuando cortaba el pasto, había visto a mi madre y a Garmendia teniendo sexo en el gallinero, y al parecer buscaba usar ello como soborno para saciar sus más profundos y sucios deseos. Yo deje pasar como inadvertida tamaña confesión. Esa misma noche en la mansión de Garmendia había una gran fiesta. Empresarios amigos se habían reunido con él. Mis padres como de costumbre habían sido invitados y yo debía cumplir con el protocolar mandato de acompañarlos. Para aquella velada mi madre se había vestido de manera muy informal, pero eso no afectó su sensualidad. Llevaba una remera blanca, con un pronunciado escote que relucía sus tetas, las cuales en esa ocasión ella había decidido dejar desprovistas de la opresión de sus corpiños.
    
    Sus pezones se alzaban sugerentes y desafiantes como dos pequeñas cabezas que intentaban rajar la forzada tela. Antes de ir a la fiesta, la vi frente al espejo, pintándose sus carnosos y prominentes labios, cual asesino afilando su cuchillo. Yo ese día le había ayudado a arrear la hacienda a mi padre y me encontraba muy ...
    ... agotado, así que una vez concluida la cena, me volví al rancho...
    
    A mitad de la madrugada me despertaron unos susurros en la puerta de mi habitación. Escuchaba un sonido proviniendo del pasillo. De forma muy sigilosa, abrí la puerta y me asomé para ver de qué se trataba. Instantáneamente pude distinguir a mi madre y luego al jardinero Ramírez. Si bien su cara estaba oculta detrás de la cabeza de ella, pude notar los tatuajes de su brazo. Ambos estaban cogiendo contra el espejo. Mi sexi progenitora tenía sus manos apoyadas contra la pared, y su remera blanca enrollada, haciendo tope con la parte inferior de sus pechos. Él tenía el calzoncillo a la altura de sus muslos, ella tenía sus bragas tensadas entre sus rodillas, y sus piernas bien separadas entre sí. Los glúteos del jardinero se contraían hacia adentro, acentuando el movimiento de penetración, sus manos se ferraban fuertemente de las caderas de mi madre, mientras que el silencio era interrumpido discontinuamente por el incesante ritmo de las embestidas del presidiario que hacía que sus cuerpos chocaran frenéticamente emitiendo un sonido como de suaves palmas. Los voluptuosos pechos de su víctima sexual no se despegaban de la pared. Sus cuerpos inseparables, ubicados a contraluz, componían una sola silueta de cuatro patas, que parecía estar intentando sumergirse dentro del concreto. La cara de ella estaba cubierta parcialmente por sus negros cabellos, dejando entrever solo la mitad siniestra, con sus labios pintados que ...
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