1. El Pordiosero


    Fecha: 12/08/2018, Categorías: Voyerismo Autor: GusBecker, Fuente: SexoSinTabues

    ... días fueron muy tranquilos. Hacíamos pileta, mamá se ponía una bikini muy diminuta que nunca usaba en las playas porque todos se le irían encima, pero acá nadie veía. O eso pensábamos. Al segundo día, mamá tomaba sol con su chiquita bikini blanca, a la que se la pasaba acomodando, pues se le metía en la raya de la cola y mi mirada la incomodaba. Ese día vi algo raro, escuché un ruido del otro lado de la ligustrina que estaba cerca de la pileta. Ahí había un camino de tierra y vi claramente, dos ojos que miraban por un hueco echo a propósito en el follaje. Me animé a acercarme y desaparecieron. Al otro día amaneció muy nublado. Mamá decidió que fuéramos al almacén que estaba a 3 cuadras. Ella se puso un short blanco, que le marcaba la tanga también blanca que llevaba y una remera azul. Llegando al portón de entrada, salimos, mamá lo cerró con el candado y comenzamos a caminar por el camino de tierra hacia el almacén. A mitad de camino vimos a un tipo sentado en un tronco. Era evidente que era un pordiosero, pero mamá no lo evitó, confiada en lo que el dueño de la quinta le había dicho sobre que era todo muy tranquilo. Ya casi pasando a su lado, lo miro bien. Parecía ser muy alto, con el pelo castaño largo, muy largo casi llegaba a mitad de la espalda atado con una gomita. Camisa marrón clarita muy sucia y afuera de un jean también sucio, nariz muy ganchuda, barba muy desprolija entrecana y sus manos con dedos muy largos. Alguien muy despreciable, pero cuando cruzamos mirada ...
    ... me di cuenta que esos ojos eran los que miraban ayer por el follaje. Nos saludó cuando pasamos, mamá le retribuyó el saludo y cuando me doy vuelta miraba muy fijo la cola de ella. En el almacén mamá trabó relaciones con la mujer que atendía, en un momento le preguntó por el pordiosero y la mujer, Ana, le dijo que siempre andaba por ahí, pero nada más. Me di cuenta enseguida que sabía más pero lo ocultaba. Cuando volvimos, él seguía allí sentado. Pasamos y volvieron los saludos, pero esta vez, cuando me dí vuelta, sonrió y sacó una larga lengua sucia como haciendo que la pasaba por la cola de mamá. Volví a girar y me agarró miedo, algo me decía que no todo iba a estar bien a partir de allí. Y así fue. Los dos días siguientes estuvieron lindos y yo veía los ojos a través de la ligustrina, pero no dije nada ni me acerqué. Pero una noche lo volví a ver. Mamá, antes de dormir, salía al balconcito de su habitación a fumar un cigarrillo, lo hacía en tanga y una remera blanca que usaba para dormir. Me asomé por la ventana y vi una sombra (había luna llena) atrás de un árbol, adentro de la quinta. Era el pordiosero que miraba a mamá y se tocaba la entrepierna. Cuando me vio me hizo un gesto para que hiciera silencio, se quedó un rato y se fue. Esa noche casi no dormí. Fue el comienzo del desastre. Al otro día amaneció muy nublado. Mamá me pidió que no tuviera miedo y me animaba a ir a comprarle cigarrillos al almacén mientras ella se bañaba. Le dije que si. Me apuré en el camino por ...
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