1. Desafío de galaxias (capitulo 51)


    Fecha: 13/08/2018, Categorías: Gays Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... y no supe ver el peligro real que representaban; el resultado: miles de muertos, y decenas de miles de heridos. El general Taxins, que está conmigo desde el comienzo de la guerra, y no es un subordinado, es un amigo, ha asumido su responsabilidad y ha dimitido, y vosotros, todos vosotros, mediante un chantaje vil y deshonesto, me habéis impedido acompañarle como me dicta mi conciencia y mi honor.
    
    »Estoy terriblemente herida y decepcionada por lo que me habéis hecho, y nada podrá ser igual a partir de ahora; es una traición que jamás olvidaré, —en silencio, miró detenidamente a todos y finalmente añadió—: recibirán instrucciones por los conductos habituales. Se levanta la sesión.
    
    Marisol, con la ayuda de Hirell, se puso a recoger el par de tabletas y los papeles que había utilizado, y sin añadir nada más, abandono la sala mientras todos se ponían en pie. El canciller de Maradonia, empezó a decir tonterías sobre la actitud de Marisol, pero fue silenciado en seco por el propio presidente Fiakro.
    
    —¡Cierra la puta boca! No es momento de oír gilipolleces.
    
    —Una señora ha salido de la sala, —añadió el padre de Anahis mientras varios cancilleres asentían— a ver si aprendes algo de ella, ¡imbécil!
    
    Cuatro días después, Loewen llegó a Mandoria, y encontró a su amiga, fría y distante. Vio la tristeza reflejada en sus ojos y no quiso ahondar en la herida por el momento, aunque no descartaba en el futuro tener que darla dos tortas. Su relación con los demás jefes militares y ...
    ... con el presidente, se ceñía a lo estrictamente profesional, incluso en ocasiones, era Hirell quien actuaba de portavoz. Con el único que mantenía una relación un poco más cordial era con el padre de Anahis.
    
    La llegada de Loewen, permitió a Marisol liberarse de buena parte de las enormes responsabilidades que había asumido por la falta de Marión y Anahis. Para trabajar con más tranquilidad, traslado sus cosas al hospital y ocupó la habitación contigua a Anahis que permanecía en coma e intubada. Trabajaba con las tabletas sentada en el sillón al lado de la cama, la acariciaba la mano y la hablaba, contándola las ideas que se le ocurrían como si la pudiera oír. Cuándo enfermeras y auxiliares entraban para asearla o moverla de posición, lo dejaba todo y las ayudaba.
    
    Una semana después del ataque, una enfermera la informo de que Marión estaba consciente, e inmediatamente se presentó en su habitación. Efectivamente, la encontró consciente pero muy débil.
    
    —¿Qué tal estás cariño? —la preguntó sentándose al lado de la cama después de besarla.
    
    —Bien, bien, ¿y Anahis? —Marión hablaba en tono bajo, con dificultad.
    
    —Sigue en coma, pero los médicos dicen que se recuperara.
    
    —¿Y tú como estás?
    
    —¿Yo…? Pues bien, ¿cómo voy a estar?
    
    —Sabes que a mí no me puedes engañar, y sé, que algo pasa.
    
    —¡Mira tía! No te pongas pesada. No me pasa nada.
    
    —Como quieras; se lo preguntaré a Hirell.
    
    Marisol la miró, la beso la mano y, admitió, que tenía la necesidad de hablar con ...
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