Una escort familiar
Fecha: 03/09/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... mi pierna, mientras que mi pene se bañaba dentro de su húmeda y cálida boquita.
Siendo succionado por una boca más joven pero igual de habilidosa que la de su madre, supe que aquella pericia no sólo provenía de tal legado. Sus habilidades, notablemente desenvueltas, seguro que han sido pulidas por varias sesiones practicando el sexo con clientes, pero también con amigos y novios pues, según me contó su mamá, ella se ha encontrado varios condones usados en la habitación de su adorable retoño; lo que la ha llevado a regañarla.
Bruñendo mi pene firme pero suavemente con una mano, no dejaba de mamar mientras que con la otra acariciaba mis testículos haciéndome leves cosquillas. Sus mejillas se hundían mientras sorbía y sorbía mis fluidos pre seminales, luego daba lengüetazos que rozaban mi miembro justo en la punta. La chica parecía una excelente sexoservidora.
Mientras me seguía dando aquel oral tan intenso pensé en su madre, a quien apenas unas semanas antes me había cogido en aquel otro cuarto de hotel, quizás más modesto, pero pagado con su propio dinero. Ella ya no es una chavita como cuando la conocí siendo novia de mi hermano, sin embargo, se sabe mover rico la condenada, y con mucha pasión y lujuria; además, a diferencia de una sexoservidora (como lo es su hija), con ella puedo venirme al natural sin látex de por medio (pues ya hay confianza), cosa que hice esa última vez.
Y es que tenerla en cuatro con ese par de suculentas nalgas chocándose por sí mismas en ...
... mi área púbica no tiene precio, ni siquiera se compara con su retoño (a quien por cierto coloqué en la misma posición para tener justamente un punto de comparación). La mamá las tiene más de señora, más frondosas (vamos, hay más carne de donde agarrar). Tamara, en cambio, las tiene más macizas, pero menos voluminosas, eso sí son preciosas a la vista, además la textura de su piel es muy suave al tacto y lo cierto es que la chiquilla aprieta bien chingón.
Mientras miraba hacia el espejo tomaba plena consciencia de lo que estaba haciendo, me estaba cogiendo a la hija de mi hermano y me encantó.
Aproveché la posición de perrito para darle unas buenas nalgadas a palma abierta, en honor a su madre, por sacarle canas verdes. Se las di con toda la fuerza que pude, ella me miró con cierta expresión de protesta en su mirada, pero no se atrevió a decir nada.
La sujeté tan firmemente como pude para que no se escapara ni de uno solo de mis duros empellones. Era justo que esta chica aprendiera que ganarse el dinero así también tiene su chiste.
Así estábamos cuando, de repente, aquella chiquilla me sorprendió al pedirme, mejor dicho, exigirme que me la cogiera aún más fuerte. Tras un breve momento de admiración, aquella petición suya no hizo menos que encenderme y fue así que la tomé de las axilas cargándola totalmente, cosa que logré gracias a que ella apoyó sus pies sobre mis muslos. Así ella no tocó siquiera el suelo, pues todo su peso descansaba en mí.
Así, cargándola, me ...