La otra cueva
Fecha: 29/07/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Maria4manos, Fuente: CuentoRelatos
Era la hora. El sol empezaba a declinar sobre las aguas turquesas del Mediterráneo. Ah! Qué belleza de paisaje, el bosque de pinos bajos, los aromáticos arbustos liberando a esta hora sus delicados aromas, las cuevas marinas oscureciéndose. Las pequeñas olas alisando la gruesa arena de la playa. El acantilado estaba cerca. Sabíamos que no solía quedar nadie a esas horas... sólo había que zambullirse un poco, sorteando un escollo de roca que tapaba la entrada de la gruta.
La temperatura del agua era deliciosamente fresca, y la piel la recibía con placer en cada poro, tras una jornada al sol. Buceé un poco para entrar en la cueva sin ser oída y remoloneé un poco en el agua dejando ondear mi pelo suelto como si de los cabellos de una sirena se tratase. Pero al salir a la superficie, la tenue luz de una lámpara de vela me atrajo irremisiblemente. Salí del agua, totalmente desnuda y mojada, dejando que las gotas resbalaran hacia el suelo, y caminé sin prisa como una polilla hacia la luz. La brisa marina traía una música lejana de alguna terraza chill out, y mis pezones se erizaron al recibirla. Estabas allí tumbado, sin abrir los ojos, sonriendo, esperándome.
Ninguna palabra estorbaría ese instante, y me agaché para acercarme a ti dejando que mi pelo goteara sobre tus piernas. Al contacto con el agua, por una feliz asociación de recuerdos, tu pene empezó a incorporarse. Sólo dejaste escapar un gemido de satisfacción anticipada. Después, a cuatro patas, las gotas ...
... decoraron tu pecho, quedando atrapadas entre el vello que lo cubría. Un beso salado y húmedo recorrió tus labios y tu cuello, mientras el pelo seguía resbalando sobre ti. Fui serpenteando por tu costado para lamer un pezón mientras sentía cómo uno de los míos arañaba tu vello con su turgencia. Sin premura me acerqué al otro pezón, y tras dejar que goteara un mechón de pelo sobre él, lo succioné unos instantes de sonoro placer. El sabor salado, la brisa cálida, la música chill out y la luz de la vela eran toda nuestra compañía en aquel lugar privado. Me fui retirando para mojar tu ombligo, tu vientre, tus ingles... alguien estaba reclamando atención con toda la firmeza de que era capaz. Lo lamí. Lo presioné con mi pecho. Lo enganché con mi pezón para colocarlo más alto... y me deslicé en sentido contrario al tuyo para chupar ese turgente paquete con gula, mientras mi pecho seguía rozando tu glande ya desnudo. No desaprovechaste la cercanía de mis glúteos expuestos para acariciar con tu barba apenas recortada tan sensible zona. Mientras te succionaba los huevos tirando de ellos con energía, sentía tu polla palpitando entre mis pechos y tu lengua explorando mis labios y mi vulva. La salitre cedió a nuestros jugos y mientras deslizaba mis manos en tus inglés, tú succionabas mi clítoris con avidez. La oscuridad era casi total, y los juegos de sombras que la vela realizaba en las paredes con nuestros cuerpos lo hacía más insinuante. Deslicé tu glande en mi boca y cerrándola un tanto fui ...