1. Cumpliendo fantasías en la escuela


    Fecha: 08/09/2018, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... sintiendo ya su piel, mientras la despojábamos de su camisa dejando las tetas al aire. Sus gritos seguían silenciados por una mano con fuerza de tenaza. Le bajamos el pantalón. La bombacha era negra, siete manos fueron a atacarla, cortaron sus elásticos y la arrancaron convertida en hilachas. Su culo grande y redondo fue devorado como si fuese el mejor manjar, por lenguas hambrientas. El sabor de la lujuria era delicioso. Enterramos la cara en la zanja del culo, mientras comenzábamos a sentir el sabor de su sexo, su cuerpo se retorcía producto de la tenaz resistencia, sin embargo, había humedad en su concha, olía a hembra. La tumbamos boca abajo contra el piso sobre su ropa arrugada, le metimos una pija en la boca descubriendo una nueva mordaza. La rodeamos, su cuerpo estaba estirado boca abajo, se tragaba una pija mientras seis manos la recorrían de punta a punta, aunque se detenían principalmente en el culo impetuoso. Acabamos enseguida, bañándole la espalda, las nalgas, y la boca, pero pronto estábamos duros de nuevo. Fuimos por el culo. Se sentía muy apretado, no podíamos entrar con facilidad, pero después de un rato su cuerpo cedió. Nos agarrábamos de sus nalgas mientras embestíamos con fuerza. Éramos todavía chicos y no podíamos controlar la eyaculación, pero ni bien una pija acababa, había otra escarbando el hueco bañado de leche. La señorita Miriam ya no resistía. Su boca, liberada cada tanto, no emitía más sonido que un gemido de sufrimiento, nos dejaba hacer a ...
    ... nuestro antojo.
    
    La levantamos del piso y la pusimos contra la pared. Ahí embestimos de nuevo, al ritmo de los truenos, esta vez contra su sexo. Ahora ya nos acostumbramos a alargar el momento del placer, aunque solo un poco. La tuvimos contra la pared un largo rato, atacando con furia mientras le estrujábamos las tetas. Para cuando tocó el timbre del recreo ya había recibido más de veinte eyaculaciones, fue entonces cuando el profesor de gimnasia entró al aula gritando:
    
    — ¿Qué carajos hacen pendejos? — un súbito temblor nos paralizó la lengua. Quedamos mudos. — ¿Cómo van a tratar así a una mujer? ¿Están locos? — Continuó diciendo mientras cerraba la puerta detrás de él. — yo les voy a enseñar pendejos de mierda.
    
    Y entonces se sacó el silbato que colgaba sobre su pecho musculoso, luego la remera, y enseguida quedó en bolas, dejando a la vista un miembro gigante que todos envidiamos. La señorita Miriam estaba exhausta en una esquina. El profesor de educación física la abrazó, la alzó y comenzó a cogerla de parado con una fuerza bestial. La señorita gemía esta vez de placer. Los cuatro mirábamos la escena mientras nos masturbábamos “¡ven cómo se coge pendejos!” nos gritaba el profesor. Estuvo más tiempo adentro de ella del que nosotros podíamos imaginar. Eyaculó emitiendo un grito animal, se vistió y se fue.
    
    La señorita estaba a punto de desmayarse del cansancio, pero no tuvimos piedad de ella. La alzamos entre dos. Uno la agarraba de atrás, y pasando los brazos por ...