Pasaba por ahí
Fecha: 12/09/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Julien, Fuente: CuentoRelatos
Estábamos a mediados de los años noventa cuando conocí a Julio, un amigo en común de mi amiga Ady, nuestra convivencia era muy mínima, él sabía que, aunque yo no era novio de Ady, pasaba algo entre los dos. Muy a menudo nos encontrábamos cuando yo paseaba con alguna novia por el barrio. Así pasó algún tiempo, algunas noches cuando regresaba de la escuela me lo encontraba en una calle por la que me gustaba volver a casa, era una calle larga de aceras anchas, llena de eucaliptos que en las noches de viento olía muy bien, refrescaba el paseo, disfrutaba mucho esas caminatas nocturnas y un buen día apareció Julio y el encuentro nos causó sorpresa y agrado.
Los encuentros se volvieron más casuales, la conversación se hizo más extensa, un tema nos llevaba a otro y así, hasta que llegó el momento en que acordamos ir a cenar y beber en algún lugar, entre los dos, olvidándonos por completo de los amigos que teníamos en común.
Julio tenía 27 años y yo apenas 18, sin embargo, nuestra plática era muy asertiva en cada tema que tratábamos. No recuerdo que alguien mencionara que él era gay o algo similar, no, ni menos de mí, era una parte que había experimentado muy poco, de más joven y con un solo amigo de la infancia. Nunca me pareció que él fuera gay, ni lo parecía, nunca me intereso saberlo, yo iba de hetero, aún no definía bien mi bisexualidad, lo que si me quedó claro desde hacía mucho tiempo cuando empecé a verlo, fue que me la pasaba muy bien, que disfrutaba su compañía y que ...
... ambos teníamos planes a diario para hacer alguna actividad; supongo ahora que han pasado tantos años, que estuvimos enamorados, así de simple, sin mencionarlo, sin sufrirlo, sólo gozando cada momento de los que nos fueron llegando. Así que él se convirtió en esa gran experiencia, todo fue pasando lentamente, una cosa nos llevó a la otra, hasta que cierto día quedamos de ir a su casa para disfrutar de unos tragos.
Aquel día en su casa, no llevábamos ni dos tragos cuando nos acercamos en silencio, sin tocarnos y sin decir nada; pero yo ya estaba que ardía de deseo por abrazarlo, por besarlo, por sentir su cuerpo, por sonreírle y decirle todo lo que me encantaba. Apenas estaba reconociendo todos mis deseos cuando él se me abalanzó para besarme, me estrujaba contra su cuerpo, me recorría las nalgas y la espalda con sus manos y sus brazos. Yo disfrutaba de su cuerpo musculoso sobre el mío, un cuerpo más delgado. Recuerdo mucho la imagen y la sensación que me causaba su boca y su lengua recorriendo mi cuello, bajando por mi pecho, sus labios succionando mis tetillas, su lengua jugando y humedeciendo mis axilas y el borde de mi abdomen hasta llegar a mi pene, en ese momento me miro y nos volvimos a besar y en seguida se regresó a lamer mis testículos, lamió mi ano, sentía la calidez de su saliva y la dureza de su lengua intentando entrar, recorría desde mi ano hasta la raíz de mi verga, hasta que llegó el momento en que me sacó del trance de placer en el que me tenía para darme ...