1. Días previos a su boda (Segunda parte)


    Fecha: 23/09/2018, Categorías: Poesía Erótica, Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... engarrotado, Roberto me recomendó hacer una serie de calentamientos previos. No cabe duda, el es todo un caballero, ningún hombre se había molestado en una atención así hacia mí. Muy atento, me lo recomendó y yo seguí su consejo. Después de todo, lo que haríamos era una actividad física como otra cualquiera, así me lo comentó.
    
    Hice una serie de estiramientos y Roberto me ayudó a estirar mis piernas al máximo. Nunca creí que pudiera llegar a ser tan flexible y llegar a tales límites de abrir mis piernas como un compás.
    
    Mientras me ayudaba, pude percibir su agradable aroma, olía riquísimo. Sus manos eran grandes y fuertes, era notable su potencia física cuando me tomaba de la cintura y de mis piernas. Yo ya fantaseaba con la idea de que, con aquellos musculosos brazos, me levantara en vilo elevándome al mismísimo cielo tan sólo para dejarme caer en su dura y maciza virilidad.
    
    Más adelante nos pusimos a gatas y comenzamos otras flexiones y estiramientos.
    
    El calentamiento físico poco a poco se convirtió en un calentamiento sexual. Al poco rato, aún sobre la alfombra de la habitación, yo ya estaba encima de su cabeza, cerrando mis piernas para atenazar entre mis muslos su bello rostro, al mismo tiempo que él me absorbía los jugos que yo expulsaba.
    
    Sus manos pasaron de mis nalgas a mis pechos, los cuales apretó como frutos sensibles.
    
    Así como estábamos, lo comencé a cabalgar como si de un toro mecánico se tratara. Ensamblada sobre su cabeza, lo monté como ...
    ... amazona. Me moví frenética, rozando mi clítoris con su nariz. Procuré que aquel apéndice mi hiciera feliz.
    
    Me inclinaba adelante y atrás, en movimientos que expresaban mi verdadero deseo. Ser penetrada por su ruda carne.
    
    Ya no aguantaba más, lo deseaba, en verdad lo deseaba. Antes de que se atreviera siquiera a tomar un respiro, me dejé llevar por mis instintos de mujer. Mi vagina ya hacía agua al saber de aquel paquete que él se cargaba entre las piernas. Yo no podía más... No sé cómo pero me animé a pedirle, no.… mejor dicho, a exigirle, que me cogiera.
    
    Le pedí, le rogué, casi le supliqué que me lo hiciera.
    
    Por fin me llevó a la ansiada cama. Sus fuertes brazos me transportaron y, para mí, fue como si de un divino sueño se tratara.
    
    Roberto me lanzó a la cama y, al rebotar en ella, tomé conciencia de que esa era la primera vez que yo convocaba a un hombre exclusivamente para que me cogiera y, la verdad, me sentí plena. Me sentía satisfecha de buscar y conseguir mi propio placer sin esperar a que un hombre me lo ofreciera.
    
    Antes de la penetración, gocé de su miembro esponjoso que se hacía cada vez más grande dentro de mi boca. Yo ya estaba ansiosa por meterme ese pedazo de carne en lo más profundo e íntimo de mí, así que me levanté y, tras un breve cachondeo durante el cual aquel fornido y masculino ser me estrujó entre sus fuertes brazos, le di lo mejor de mí.
    
    Está de más decir que me esforcé por brindarle el mejor sexo que le pude ofrecer; un hombre como aquél ...
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