1. Mi adolescencia (Capítulo 50)


    Fecha: 25/09/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Adolescente, Fuente: CuentoRelatos

    ... pasando mucho y el riesgo a que entrase alguien cada vez era mayor. Yo no hacía más que pensar que iba a estallar, de un momento a otro, el ruido de las sillas al abrirse la puerta de forma repentina, y lo peor de todo es que a mí no se me ocurriría ninguna excusa lógica ni razonable que dar a lo que estábamos haciendo allí los dos solos. Y menos excusa iba a tener cuando noté a Iñigo que me levantaba de la silla hasta ponerme de pie, para acto seguido empezar a jugar y a desabrocharme el cinturón con intenciones de bajarme el vaquero. Ahí sí quise reaccionar, eso sí que era el mayor de los riesgos habidos y por haber y traté de pararle, pero me desabrochó y bajó con gran habilidad el vaquero, y empezó a restregarse contra mis braguitas.
    
    Yo no hacía más que susurrar que parara, que nos estábamos pasando. No me hizo ni caso, porque cuando volvió a restregarse contra mí pude notar que no era su pantalón lo que ya restregaba sino directamente su pene y que se había bajado él también los pantalones y los calzoncillos. Solo de imaginar esta situación: ambos desnudos por completo de cintura para abajo me hizo excitarme y nubló mi mente por completo. Ya no pensé más en los riesgos. O mejor dicho ya no quise pensar más en ello. Solo quería disfrutar ese momento morboso fetichista cuanto antes y, sobre todo, que acabase lo más rápido posible porque me angustiaba la posibilidad de que nos pillaran. Iñigo debió pensar lo mismo porque de repente noté como me penetró por detrás de ...
    ... golpe y empezó a follar con gran velocidad y ansiedad. Era una locura. Una locura absoluta. Una demencia total. Además se aceleró tanto al hacerlo que al cabo de solo 2 minutos acabó eyaculando de forma bestial como si llevase horas conteniéndose en vez de solo 2 minutos. Eso me cabreó muchísimo porque eyaculó dentro de mí sin preservativo ni nada. Eso era una inconsciencia brutal y me enojó mucho. Trate de echarle la bronca pero solo pude ver en su rostro una cara totalmente sonrojada, extasiada y complacida y eso me aplacó un poco.
    
    De todos modos enseguida recobré la compostura y me vestí rápido al mismo tiempo que le decía: “Venga, vístete, rápido”. Él de forma algo atolondrada (¿Por qué los chicos siempre se quedan atolondrados después de eyacular?) se vistió torpemente al mismo tiempo que sonreía muy satisfecho. Al cabo de unos pocos minutos los dos salíamos del aula como si nada hubiese pasado. Ambos nos fuimos a los servicios a limpiarnos porque la eyaculación fue muy abundante y los dos quedamos bastante manchados. Tras salir del servicio le confesé a Iñigo que me había encantado y que había sido uno de los momentos más morbosos y excitantes de nuestra relación, pero que me preocupaba que se hubiera corrido dentro de mí y que sería aconsejable ir a un centro de salud a solicitar la píldora del día después. No puso ningún reparo, le pareció lo más razonable y me juró que iríamos y que, además, no se volvería a repetir ya que siempre lo haría con preservativo o ...