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Comencé a estudiar para ser auxiliar
Fecha: 10/08/2023, Categorías: Sexo con Maduras Tus Relatos Autor: LOVO, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Comencé a estudiar para ser auxiliar de vuelo cuando tenía 20, aunque no era mi sueño profesional, pero me permitiría ahorrar un poco para pagar mi carrera como psicóloga. Asistía a clases sin mucho deseo, aunque poco a poco comenzó a gustarme el mundo de la aviación y en eso tuvo mucho que ver aquel instructor. Ricardo era un hombre bastante serio y poco se le veía sonreír, tenía 47 años, ingeniero, piloto e instructor para una aerolínea colombiana. En esta carrera (para esa época) no era común ver hombres como auxiliares de vuelo, por lo que mi curso era 100% de mujeres, pero Ricardo estaba acostumbrado a tratar con mujeres por sus años de experiencia como piloto, lo que comprobaría yo un tiempo después. Se le notaba un tono machista en sus comentarios y se dirigía a las estudiantes por el apellido. Con el pasar de los días comencé a ver a Ricardo con otros ojos. Yo ya había tenido una experiencia con un hombre mayor, pero probablemente ninguna de mis compañeras conocía este tipo de placer, por lo que no me atrevía a hacer ningún comentario frente a ellas. Al comienzo fantasee con él mientras tenía relaciones con mi novio, pero pronto se volvió tan recurrente tenerlo en mi mente durante el sexo. Imaginaba que me ...
... ponía contra su escritorio y me daba algunas de sus lecciones mientras me llamaba por mi apellido. Pronto dejó de ser suficiente solo imaginar. Quería que se volviera realidad, pero no sabía cómo acercarme a él. Probablemente si lo invitaba a un café no lo aceptaría, nunca se le veía en el restaurante del edificio y tratar de seguirlo a casa era imposible, pues él tenía carro y yo no. La única manera de contactarlo fuera de clase era a través de su email corporativo, pero no quería hacer nada que pusiera en riesgo mi estudio y mucho menos su carrera. Así que solo se me ocurrió hacer algo que vi en una película: Un día llegué un poco más tarde, asegurándome que él ya estuviera en clase, me acerqué a su carro y con mi morral golpee uno de sus espejos haciendo que se rompiera. Puse una nota en su parabrisas que decía: “Lamento haber golpeado su carro. Por favor, contácteme a este número para arreglar el daño” Salí de clase ansiosa esperando su llamada, pero llegó al día siguiente, cuando no lo estaba esperando, por lo que al reconocerlo mi corazón saltó en un instante. Al hablar con él, se le notaba tranquilo. Como si el daño no hubiera sido gran problema. Esa frialdad que notaba en sus clases la sentía ahora por teléfono.
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