EL CARTERO A VECES LLAMA DOS VECES
Fecha: 08/10/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos
... su madre, al igual que la lacia, negra y brillante melena. Empujaba cada vez con más fuerza, logrando arrancar algún quejido –mezcla de dolor y placer– de la garganta de León, lo que desataba su musical y un tanto insidiosa risita, al tiempo que deslizaba la lengua entre los labios, humedeciéndolos. Junto a su pubis rasurado una pequeña flor de lis tatuada bailaba al ritmo de sus movimientos.
La espalda de León se arqueó a causa del cóctel de sensaciones que la verga sintética le desataba al perforarle el esfínter y estimularle la próstata, sin dejar en ningún momento de comerle el coño a Débora.
Desde la perspectiva que le permitía la posición de su cabeza, pudo ver aproximarse a Jessy, vestida sólo con medias oscuras tejidas con un ornamental motivo enrejado y las ligas que las sostenían, engarzadas al liguero negro ajustado a su cintura. Caminaba sinuosamente sobre sus zapatos de interminable tacón y punta afilada. El balanceo hacía temblar su jugosa anatomía, delineada en una interminable sucesión de curvas y meandros, de carnosas concavidades y convexidades, de largas piernas, anchas caderas, estrecha cintura y grandes tetas. Todo ello tintado con el cobrizo tono de la miel de su piel y coronado por una larguísima y ondulada melena que enmarcaba los sensuales rasgos de su rostro. Un conjunto arrebatadoramente femenino en el que destacaban como una sabrosa anomalía la polla y los testículos que oscilaban al ritmo de sus pasos.
Se situó junto al trío y se ...
... agachó para arrodillarse frente al pubis de León. Extendió su mano y le agarró los genitales, acariciándole los huevos, el fuste, el glande… antes de cerrarse como una presa sobre la bolsa escrotal y palmear con la otra mano la endurecida verga. El hombre lanzó un grito, deteniendo la comida del coño de Débora, lo que la enfureció.
–No te detengas, cerdo –le ordenó agarrándole por el cabello–. ¡Sigue chupando!
Al otro lado, Lolita, animada por la intervención de Jessy, empujó con fuerza dentro del culo del hombre, haciendo tintinear una de sus risitas.
León obedeció la orden de Débora, reintroduciendo la lengua en su coño, al tiempo que Jessy continuaba estrujándole dolorosamente los cojones mientras que con la otra mano se masturbaba. Cuando su propia polla se endureció cesó el maltrato de las bolas de León y le comenzó a acariciar la verga que, pese al dolor, no había flaqueado un ápice en su erección. Tras masajearla un rato, aproximó su rostro al amoratado miembro que brillaba por la película de saliva y líquido preseminal que lo cubría, abrió los labios para formar un anillo y lo deslizó desde el glande hasta la base del fuste. Se la mamó durante un buen rato hasta que, al intuir el inminente orgasmo –la respiración agitada de León, sus ronroneantes gemidos, la elevación de sus caderas–, apartó la cara y agarró la polla para culminar con un virulento pajeo que desencadenó un geiser de semen, acompañado de gritos, gruñidos y jadeos del hombre.
De inmediato, quizá ...