En tu departamento
Fecha: 19/09/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos
En tu cubículo del trabajo cogíamos muy rico, pero una vez me pediste que te acompañara para disponer de más elementos para concluir unas cotizaciones. Fuimos a dos compañías donde nos mostraron y precisaron las ventajas y desventajas de algunas máquinas. Nos atendieron rápido y al terminar aún nos quedaba mucho tiempo antes de regresar al trabajo.
En el auto me preguntaste si yo quería coger. “¡Claro que sí!”, te contesté apachurrándote el bultote que traías. “Bueno, te llevaré a un lugar donde lo podemos hacer tranquilos. Quiero que estemos completamente desnudos”, dijiste dándome un beso y lamida en la oreja antes de echar a andar el motor del carro. Pensé que iríamos a un hotel, pero pronto llegamos al estacionamiento de un edificio donde al bajarte, me abriste la puerta y al bajar me diste un beso muy dulce. Subimos al primer piso y abriste un departamento.
– Aquí es mi estudio –señalaste hacia el interior donde había librero en todas las paredes y un par de mesas con sillas a los lados.
Me senté mientras fuiste hacia la cocina por unas copas, Al regresar abriste una botella de vino tinto, lo serviste y brindamos por nosotros. Con las copas en nuestras manos, platicamos un poco, mientras me mostrabas el departamento. Libros por todas partes. “Aquí me vengo a trabajar cuando quiero estar solo”, dijiste al abrir la puerta de un cuarto que tenía un escritorio y una computadora.
Luego me llevaste a la recámara principal, la única pieza donde no había libros. ...
... Dejaste las copas en el buró y empezamos el morreo. Me fuiste desnudando poco a poco y cubriéndome de besos cada centímetro de piel que quedaba descubierta. Yo me sentía en el paraíso, con las caricias y los besos.
Al estar encuerada completamente, cogiste una cámara que tenías a la mano y me empezaste a tomar fotos. Posé con una sonrisa de deseo y alegría, me acomodaste en diferentes poses, ¡hasta agachada mostrándote las nalgas!
–¡Qué hermosa eres! –dijiste al acostarme y tomar la última foto antes de dejar la cámara en el sitio de donde la habías cogido.
–¿Te gusto? –pregunté colocándome de lado, recargando mi cabeza en la mano.
–¡Sí, estás muy buena! –exclamaste empezando a desvestirte con rapidez.
–Pues qué esperas, nene, ¡cógeme…! –exigí, abriendo las piernas.
Lo que recibí en mi panocha fue tu lengua, que se abrió paso entre la mata de mis vellos y de inmediato me subió la calentura. Apreté tu cabeza contra mi triángulo y tú apretaste una teta con una mano y una nalga con la otra. Empecé una serie de deliciosos orgasmos, grité como si el mundo sólo fuésemos tú y yo. Tallé tu rostro en mi vagina y seguí viniéndome… Al fin quedé exhausta de tantas corridas que tú recogías con la lengua y las tragabas a placer.
Me dejaste descansar, mientras besabas mi cara, mamabas mis tetas y lamías mis axilas. “¡Sí, esto es el Paraíso!”, pensaba para mí misma, ya que mi marido, aunque siempre me ha cogido bien, no me chupaba la panocha, ni tampoco me daba tantos ...