1. Historia de un amor imposible


    Fecha: 14/10/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Perseo, Fuente: CuentoRelatos

    ... misma forma que ella no quiso proponerme que la invitase, yo no quise darle la impresión de que sólo me interesaba su cuerpo.
    
    Después de aquella visita vinieron otras visitas, al principio más espaciadas y después a diario y los temas de conversación no se terminaban nunca. Y después de algunos días, comenzaron los roces y después los tímidos besos que se fueron transformando en besos apasionados. Poco a poco, cada vez con más fuerza, surgió la necesidad de un contacto físico más profundo y yo estaba a punto de pedirle que nos viésemos fuera del club, cuando ella me dijo que tenían una habitación con una cama que usaban a veces para quedarse a dormir y que quería que allí le hiciese el amor. Lo dijo como una explosión contenida. Con urgencia. Como algo que se ha pensado mucho tiempo y que ya no tiene espera una vez tomada la decisión.
    
    Por primera vez, pude ver su cuerpo desnudo, blanco y frágil y lo recorrí con mis labios concentrándome en darle placer, sin prisas, parte por parte, por su cuello, por sus pechos, por su ...
    ... vientre, por su sexo. Y la penetré. Y dejé que ella se penetrara sobre mí. Y escuché sus gemidos de placer notando sus orgasmos. Y me vacié en su interior hasta quedar exhausto.
    
    Después de aquella experiencia, tuve que ausentarme durante unos días y no pude volver a verla hasta mi regreso. Cuando volví, esperé con impaciencia el momento de reencontrarme con ella hasta la hora habitual de apertura del establecimiento. Ella ya sabía que ese día era el día que volvería y me estaba esperando. Al entrar, no la vi en la barra, donde solía estar habitualmente y la busqué por todos los rincones hasta que la vi, con gesto serio, en la semioscuridad.
    
    Al acercarme, comprobé que unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas y no me dejó siquiera hablar. Me dijo textualmente: “Por favor, quiero que te marches y que no vuelvas a verme. Me estás haciendo mucho daño y tú te lo estás haciendo también, porque lo nuestro no va a ninguna parte”. Me acerqué, la abracé, le di un beso en la mejilla y me marché.
    
    Desde entonces, no he vuelto a verla más. 
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