1. Mi jefe fue mi amo III


    Fecha: 11/12/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: tony e irene, Fuente: RelatosEróticos

    Durante tres meses estuve trabajando en el bufete de abogados de Julio, y casi todos los días, sobre el mediodía, me llamaba a su despacho para usarme. A veces me pedía que le hiciera una felación, entonces simplemente se quedaba sentado en su silla, disfrutando del placer que yo le daba con mi boca. En algunas de aquellas ocasiones, él seguía con su trabajo, y yo se la chupaba bajo la mesa de escritorio, hasta que su polla estallaba y entonces comprobaba que me lo tragaba todo. Yo intentaba siempre complacerle, por supuesto. Algunos días me pedía que pusiera mis manos en el escritorio, inclinada, y él se situaba detrás y me follaba. Unas veces escogía mi coño, otras veces mi culo, pero el resultado final era el mismo; Julio se corría dentro de mí.
    
    Como ya dije anteriormente, aquello me hacía sentir mal por un lado, pero terriblemente bien por otro. Me hacía sentir mal en relación con mi pareja, Tony. En aquel tiempo llevábamos dos años como pareja y ya buscábamos piso para irnos a vivir juntos. No es que nunca le hubiese puesto los cuernos; ya conté en una entrada que me follé a su mejor amigo una noche. Pero para mí no era lo mismo un polvo sin premeditación ni ensañamiento que lo que estaba haciendo en mi trabajo. ¡Prácticamente le ponía los cuernos todos los días de lunes a viernes! Pero aquello, debo reconocer, también me daba morbo. Despertaba el lado perverso que hay en mí. Había algo excitante en el hecho de “ser mala”.
    
    Sin embargo, los juegos de Julio iban ...
    ... cada vez más allá. En una ocasión, se desabrochó el cinturón y, estando inclinada con las manos en su escritorio, comenzó a azotar mis nalgas con él. Tengo que reconocer que me excitó sobremanera (sí, me gusta ser dominada en la cama) y luego, cuando me folló, tuve uno de los orgasmos más maravillosos que había sentido hasta entonces. Pero los azotes me dejó las nalgas magulladas durante un tiempo, así que tuve que cuidarme mucho de que mi chico no me viera desnuda. Durante más de una semana estuve evitando tener sexo con él o desvestirme en su presencia. En otra ocasión en la que Tony me recogió del trabajo advirtió una mancha blanca en mi chaqueta. ¡Le había hecho una felación a Julio y no me había dado cuenta de que una parte de su corrida había caído en mi ropa! Le dije que era helado y Tony se lo creyó. Otro día, Julio me pidió que le hiciera una mamada a su socio, otro abogado al que llamaremos Andrés para preservar su anonimato. Fue la única vez que me negué a un mandato de mi jefe.
    
    Llevaba unos dos meses trabajando como secretaria en aquel bufete cuando comencé a plantearme seriamente que debía dejarlo. No es que no me excitara todo aquello, pero mi relación con Julio, por las razones que he mencionado, era cada vez más peligrosa. El suceso que me decidió finalmente a dar el paso ocurrió un día como otro cualquiera. Sobre el mediodía Julio me hizo llamar a su despacho. Me imaginaba que quería que se la chupara o follarme, pero en aquella ocasión sacó una venda de seda ...
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