Ignacio un gran juez
Fecha: 17/02/2024,
Categorías:
No Consentido
Autor: Thorman, Fuente: CuentoRelatos
Ignacio Salvatierra estaba seguro que sus pensamientos habían sido siempre justos y precisos. Como juez que era estaba orgulloso de sus decisiones judiciales, se consideraba un hombre de leyes y sus decisiones eran ecuánimes. Había inculcado ese raciocinio a sus 6 hijos de los cuales se sentía orgulloso. Como cada tres meses iba a visitar a su madre octogenaria, su padre había fallecido hacia un mes. Un encuentro sobrecogedor con su madre y hermanos. Él era el orgullo de su familia y el mayor, había hecho carrera y sabía que era la envidia de su hermano y hermana. A sus 56 años era considerado uno de los mejores juristas de la región.
Ya de vuelta paró en un restaurante, había engordado bastante y se prometió adelgazar. Pesaba 98 kg, y su médico le había comentado que con sus 185 cm y a pesar de su complexión fuerte tenía que perder 10 kg. Hizo acopio de una buena cena y siguió hasta el pequeño hotel que regentaba un amigo de la infancia el cual su madre le había comentado que quería verlo para darle las gracias en persona por haberle resuelto el tema familiar. Para más engorro al salir del coche empezó a llover. Se puso su sombrero ya que le molestaban las gotas sobre su calva.
Nada más entrar en el modesto hotel fue agasajado por su amigo, le dio el pésame por su padre incluso lo abrazó efusivamente. Tras el efusivo recibimiento pasaron al tema familiar:
-Ignacio, no sé cómo agradecerte el favor que me has hecho, no lo olvidaré, el cabrón tendrá que pagar.
-No ...
... me debes nada, personas como esa no se pueden salir con la suya. ¿Ella está contenta? ¿Qué edad tiene?
-Si, mucho, ahora ha cumplido los 19. Ya está de 7 meses. Ese tipo casado que la embarazó se ha llevado su merecido. Ya ves tiene dos hijos. Mi hija ingenua se dejó embaucar por ese treintañero ya. Pero Sara mismo te dará las gracias.
Salió una chica con pelo largo, teñida de rojo, llevaba piercing en la nariz, barriga prominente y destacada ya que su cuerpo era delgado; unas mallas confirmaban un culo pequeñajo, sus ojos eran almendrados y sus pómulos bien definidos con unos labios gruesos.
Se mostró algo torpe y chabacana, parecía que masticaba las palabras al hablar. Ignacio Salvatierra pensó que ni su inteligencia ni su desenvoltura estaban muy desarrollados. Era evidente que la falta de una madre era patente ya que su amigo había sido abandonado por su mujer hacia unos 6 años. Optó por pasar la noche en el destartalado y pequeño hotel sin apenas clientes visibles, por lo que su amigo estuvo encantado de acogerlo. Incluso la peculiar embarazada lo acompañó ya que ella dormía dos habitaciones más lejos.
Ignacio le estaba haciendo un de lado, sus embestidas retumbaban, la polla a veces se desencajaba pero volvía a coger el ritmo. Había bajado el espejo de la pared y puesto en una silla enfrente de la cama. A Ignacio le gustaba ver su mete-saca, sus 18 cm entrando y saliendo. Tras haber engendrado 6 hijos era especialista en follar embarazadas. El lateral era ...