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Memo, mi compañero enclosetado
Fecha: 17/02/2024, Categorías: Gays Autor: RedMau, Fuente: CuentoRelatos
Memo es un fisiculturista de 33 años que a la vez es mi compañero de trabajo. Hombros anchos y redondos como melones, cintura breve, espalda en V, voluminosos brazos, prominentes pectorales con pezones del tamaño de una moneda de $1, en fin, el típico fisiculturista que paga membresía en un gimnasio de alta gama en un sector privilegiado de la ciudad. Gustaba de ir con ropa de moda y cara, su carro deportivo de 2 puertas era envidiable, su pelo negro siempre pulcramente peinado con pomada, sus ojos negros inquietos y esa su sonrisa de perdona vidas. Estaba casado con una mujer preciosa, digo preciosa porque a mi en general no me interesan las mujeres, pero ella estaba por encima de la media, además era hija de un empresario más o menos prominente, ella no era ni alta ni baja, pero si de cuerpo escultural, rubia natural y con unos preciosos ojos grises, aunque cuando nos encontrábamos en eventos sociales de la empresa y Memo la llevaba consigo, ella siempre parecía estar incómoda a pesar de ser muy sonriente y amable. Ambos hacían una bonita pareja, quienes a pesar de estar casados desde hace unos 5 años no tenían hijos, ni siquiera perros. Pero algo entre ambos no cuadraba. Memo se las daba de chistosito siempre, muy a menudo y a costa mía hacía chistes sobre mi apariencia, muchos de ellos hirientes pero que tenía que soportar debido a que él estaba en buenas relaciones con el jefe inmediato (y con todos los altos mandos) y cualquier queja que yo pudiese elevar ...
... terminaría en mi despido o en alguna sobrecarga laboral que haría me “desesperase” y que haría que pusiese mi renuncia. Así pues, tenía que callarme. Y no es que yo fuese una especie de Cuasimodo contrahecho, jorobado y cojo, yo también tenía lo mío, iba a mi gimnasio de barrio, un carro normal y ropa comprada en oferta, pero la verdad es que yo a la par de él, y todos los de la oficina, parecíamos pigmeos a la par de Memo y eso que él era más bajo que yo. En la oficina todos sabían de mi preferencia por hombres, debido a mi marcado desinterés por las mujeres y por el hecho de que en ocasiones hombres me llegaban a dejar a la oficina o salía a almorzar con algún misterioso personaje, pero debido a mi seriedad y desempeño no me molestaban en lo absoluto y nunca coqueteé con compañeros de trabajo. Cierta ocasión estábamos en una reunión de trabajo y me atreví a cuestionar un aspecto de un proyecto que Memo estaba presentando, mi pregunta, lo reconozco era un poco estúpida, pero su reacción ante ella fue exagerada, me explicó como si fuese un idiota neófito y luego continuó con sus chistes ridículos, de nuevo callé y esperé a que se aburriese del chiste y pasáramos a otra cosa mientras trataba de disimular la vergüenza que acababa de pasar. Sin embargo, durante el resto de esa semana y en varias ocasiones sorprendí a Memo dándome vistazos furtivos, al principio pensé que sentía culpa de su parte pero luego en verdad me empezó a incomodar. Ese incidente fue un martes en la mañana. ...