Carnaval caliente
Fecha: 05/03/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: garompa, Fuente: RelatosEróticos
... aprobación. -Vos Walter te quedás, y la vas a poner boca
abajo sobre tus piernas para que no se me escape, me pongo cómoda y vuelvo.
Quedé estupefacto. Vi a la patrona ir hacia la escalera, mientras que Amalia se paró, me dió la espalda y comenzó a bajarse el bermuda. No tenía nada debajo y sus cachetes, carnosos y redondos, me estallaron en la cara.
Solo imaginar que tendría ese culo en pompa a upa hizo que me empalmara, pero cuando vi a la patrona bajar la escalera supe que tendríamos fandango. Había dicho ponerse cómoda. ¡Que mierda, estaba en tanga y corpiño!
Eran rojos, de encaje, y mostraban lo que yo, en mis más febriles pajas, nunca había llegado a imaginarme. Llevaba en la mano una palmeta de mango redondo, corto y grueso, que remataba en un aro pequeño de madera con encordado de raqueta de tenis. Del aro de madera salían plumas chiquitas muy blancas.
Tomó a Amalia de la mano y la arrastró hasta mi, obligandola a subirse culo para arriba sobre mis rodillas. Claro, yo ya tenía la picha en completa erección y su cachucha quedó encima de ella. La sintió y comenzó a refregarse contra ella como si tuviera el mal de sanvito, mientras la patrona comenzó a atizarle las nalgas con la palmeta.
Clavé la mirada en las tetas de la patrona que se bamboleaban con cada raquetazo.
No me aguanté y le arranqué el soutien de un tirón. Se agachó hacia mi y me metió la lengua en la boca. Comencé a lamérsela y sobarle los pezones que pronto se endurecieron como ...
... avellanas. Amalia extendió su mano y la metió debajo de la tanguita de su tía. Se la bajó y vi como empezó a sobarle la ya húmeda cageta. Habrá pasado un minuto, no más, cuando la patrona tiró la palmeta al piso, retiró su boca de la mía, cayó arodillada y pegó un alarido gutural. -¡Amalia, dame tu botón!- gritó, mientras los espasmos.de un orgasmo recorrían todo su cuerpo.
Amalia saltó de mi regazo. Entonces fue cuando la vi de frente y noté su tremendo clítoris que, como una pirámide obscena, sobresalía de su concha roja bordeada con pendejos enmarañados desde su ombligo hasta el coxis
Los palmetazos y el frotarse contra mi miembro al palo la habían encendido y el botón del placer estaba como erecto y a la altura de la boca de la patrona, que no dudó en rodearlo con sus labios ajados y comenzar a chuparlo.
Los jadeos de ambas hablaban de su tremenda calentura. Mi picha estaba al rojo fuego, el glande hinchado.
Supe que tenía que ponerla o pajearme ya. Cuando logré pararme y desprenderme de mi ropa, busqué donde enterrarla, El ojo negro de Amalia me hacía guiño, así que la ensalivé para lubricarla y allí la ensarté, sin avisarle.
-¡Hijo de puta!-gritó-¡Por el culo nooo. Nunca me dejé. Me matás! Cuando logré meter la cabeza, quiso detenerme apretándo su esfinter. Vencí la valla y se la enterré hasta las pelotas.
Mentía. La turrita ya había recibido antes visitas en su upite, que se me abrió anhelante de verga. Yo entraba y salía de ese culo con un vaiven que se ...