Elisa fue la culpable (II)
Fecha: 07/03/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: txuso, Fuente: CuentoRelatos
... demostrándole todo el ardor que recorría mi cuerpo.
Las manos de Leo se desplazaron de mi pecho al de Elisa, masajeando sus tetas con el mismo buen hacer que había demostrado en mí. Pasó sus dedos suave por sus areolas, rodeando sus pezones erectos para después atraparlos con sus dedos y jugar con ellos. Noté la excitación de Elisa que levantó sus caderas en respuesta, permitiéndome entrar más a fondo en ella. Entonces Leo se desplazó a un lado y yo separé mi cuerpo del de Elisa para facilitarle el acceso y la vista. Ella se empezó a recrear, acariciando su vientre, besándolo, también sus tetas, lamiendo y mordisqueando sus pezones. El nivel de excitación que había generado Leo era descomunal, ambos lo sentíamos entregados. Después hizo lo mismo en mi pecho, subiendo a mi boca para entregarme su lengua con devoción. Cuando se separó salí de Elisa y le pedí que se pusiera de espaldas, sacando el culo del agua, ese hermoso y apetecible culo que podría definirse como la gran obra maestra del todopoderoso. Lo acaricié, me perdía esa descomunal forma caprichosa del deseo. Separé sus nalgas y metí la boca, lamiéndoselo con fervor. Después me erguí para volver a metérsela, pero Leo me detuvo y se metió mi polla en la boca mientras colaba sus dedos en el coño de Elisa. Después volví a metérsela, y me recibió con la mejor acogida, caliente, sabrosa y jugosa, expectante. Leo jugaba con sus dedos en el culo de Elisa, me indicó que me elevará y así lo hicimos, poniéndonos de pie sin ...
... perder la postura. Entonces ella se coló debajo y empezó a lamer el clítoris de Elisa. Su lengua llegaba en ocasiones al tronco de mi polla. Yo estaba muy excitado ya, sentía que iba a estallar, aunque intentaba evitarlo para darle un orgasmo a Elisa, pero a veces las circunstancias traicionan y mi cuerpo no atendía a lógica alguna, salvo a la naturaleza más salvaje y desmesurada. Se me escapó un gemido a modo de señal. Leo debió notarlo porque salió de abajo y se colocó a mi lado, besándome el cuello como una ninfa prodigiosa. Bajó su mano por mi espalda hasta colocarla entre mis nalgas otra vez.
Disfrútalo, guapo, no te prives – me susurró a la vez que introducía un par de falanges de su dedo medio en mi culo -, dáselo.
En ese momento enloquecí, mi cuerpo agudizó las embestidas con rapidez, empujando dentro de Elisa y recibiendo el dedo de Leo. Mi mente se nubló, sentí mi polla más dura que nunca, como un metal rígido. Empecé a correrme llenado a Elisa que, a esta altura, estaba tanto o más entregada que yo. Tuve convulsiones imparables durante varios segundos en los que descargaba gran cantidad de semen en su interior.
Pasados unos segundos me detuve, aún dentro de Elisa, dejé caer mi cuerpo sobre su espalda y mi cabeza junto a la suya, con mi boca a la altura de su oreja.
Eres la mejor – la besé -, tengo que quererte, ¡uf!
Ella giró la cabeza para mirarme y vi su satisfacción sonriente. Después juntó los labios en señal para que la besara. Lo hice. Salí al ...