Jorge, el novio de mi hermanita
Fecha: 18/10/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sobre el sofá, jadeante, con el nabo tieso y palpitante.
Le ordené que se levantase él también, y de pie, rodeé su cuello con mi brazo derecho, y al tiempo que mi mano izquierda se aferraba a su miembro, levanté mi pierna derecha rodeando con ella su cintura, y comencé a frotarme contra su cadera al tiempo que mi lengua se introducía dentro de su boca.
Tomándole de la mano le conduje hasta mi dormitorio. Yo iba meneando el culo exageradamente, y Jorge, mudo, me seguía como un perrillo faldero. Le tiré sobre la cama después de sacarle la camiseta. Me bajé los tirantes, me desabroché el botón y bajé la cremallera del short. Metiendo los pulgares dentro del pantaloncito, me giré, dando la espalda a Jorge, y meneando las caderas e inclinándome hacia adelante, fui bajándome el pantalón, ofreciendo una generosa vista de mi trasero y de mi cueva, que en ese momento estaba ya palpitando chorreante, ardoroso de ser penetrado. Dejé caer el short al suelo, e incorporándome, me giré frente a Jorge, que estaba literalmente alucinado con la hermana de su novia.
Apoyé mis rodillas en el borde de la cama, y a gatas pasé por encima de su cuerpo, hasta situarme, con las piernas bien abiertas sobre la cabeza de Jorge, que se afanaba por estirar su cuello y sacar su lengua en busca de mi coñito. No se lo permití, y apoyando mis manos en su pecho le hundí contra el colchón. Allí mandaba yo, y mi coño se probaba cuando yo lo decidiese. Fui bajando poco a poco, acercando mi húmeda ...
... conchita a los labios de Jorge. De repente, las manos del Jorge se aferraron a mi trasero, hundiendo los dedos en mis glúteos, y bruscamente me atrajo hacia sí. Su lengua pasó por mi rajita, y en un momento, toda su boca se hallaba devorando mi sexo con avidez y lujuria. Mi sexo, que ya estaba húmedo casi desde el principio, se deshizo en agua ante las deliciosas caricias de los labios y lengua de Jorge. Mi éxtasis iba en aumento, y ya apenas lograba sostener los gemidos a un volumen aceptable. Los dedos de Jorge se incrustaban en mis cachetes atrayendo y alejando mi pelvis de su cara a ritmo cada vez más gozoso. Me abandoné, mis piernas se quedaron sin fuerzas, y mi cuerpo se redujo al minúsculo émbolo de carne que Jorge atrapaba entre sus dientes. El calor invadía mi cuerpo, y de mi garganta comenzaron a surgir sonoros aullidos de puro gozo. Recuerdo ahora el primer día que follé con mi ex-marido en esa misma cama. Me penetró con tal violencia y me hizo gritar tanto que cuando mis padres regresaron a casa, una vecina cotilla se lo contó todo. Tenía 23 añitos, y mi padre me pegó un gran bofetón mientras mi madre sollozaba en el sofá. Ahora era yo la que sollozaba, pero afortunadamente la vecina cotilla ya no vivía allí, así que no había ningún impedimento para gritar, aullar y gemir todo lo fuerte que quisiera. Cuando todos los poros de mi cuerpo se saturaron de sudor y mi cuerpo comenzó a inundarse de gozo, dejé caer mi cabeza hacia atrás, me agarré los pechos, pellizcándome los ...