Una aventura en la República Dominicana
Fecha: 16/04/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Ahí estaba ella con aquella polla descomunal delante de su cara. Yo la miraba y sabía que iba a pasar. Había visto pocas veces esa mirada de deseo y morbo que tenía mi mujer. Mi vida cambiaría del todo a partir del momento que abrió su boca y empezo a lamer ese glande enorme.
Todo había empezado días antes. Era el viaje que llevábamos tiempo esperando. Siempre había querido viajar a la República Dominicana. Pasar un par de semanas en un hotel resort, identificado con una pulsera, bebiendo y comiendo todo lo que quería. Sara y yo (Manuel) somos un matrimonio de 46 y 48 años con dos hijos mayores. Estábamos en nuestro mejor momento y decidimos darnos un capricho el verano pasado. Nos merecíamos esas vacaciones. Era nuestra desconexión del mundo real.
Mientras esperábamos el avión, nos encontramos con una pareja que buscaba el mismo avión que nosotros. Ella, Marisa, rubia, de 1,70 metros y de unos 50 años. Él, Javier, calvo, con una panza cervecera y de 54 años. Curiosamente, sus asientos en el avión eran justo al lado de los nuestros y durante todo el vuelo hicimos buenas migas. El objetivo tanto para ellos como para nosotros era el de recuperar la pareja. En nuestro caso, se había hecho presente en nuestra vida. El estrés del trabajo, los quehaceres diarios habían relegado el sexo a momentos muy ocasionales. Nuncoa nos habíamos sido infieles. Pero yo acababa desahogándome con pajas viendo porno. Mi mujer también utilizaba el porno por Internet para conseguir lo que yo ...
... no conseguía satisfacer. Cuando coincidíamos follar, la verdad es que yo había perdido potencia y a penas conseguía durar más de cinco minutos bombeando. Eso sí, solucionaba mi falta de resistencia con unas comidas de coño intensas y unos dedos rápidos para hacer llegar a los orgasmos a mi mujer. Sin embargo, Sara deseaba un macho, como aquellos que miraba en los vídeos que empotraban a mujeres con pollas gigantes.
Después del largo viaje, llegamos finalmente al hotel. Marisa y Javier se hospedaban en el mismo resort que nosotros. Así que acordamos que nos veríamos al dia siguiente. En aquella habitación de lujo, con el sonido del mar de fondo, nos fuimos a la cama. Me abalancé sobre mi mujer. Ella me besó y me dijo que estaba cansada. Seguí besándola para conseguir excitarla. Parecía que empezaba a excitarla. Le besé los pechos y le metí un dedo en su coño. Estaba húmedo. Empecé a mover mi mano sobre su clítoris, Ella suspiraba. Entonces puso su mano en mi polla. Bueno, mi pollita (me mide 10 centímetros). Me empezó a mover su mano con un sube y baja. Y en menos de 30 segundos, me corrí. Un pequeño hilito de semen broto de mi micropene. Mi mujer se enfadó. "Tenía sueño y me has despertado para esto" "Cada vez follas peor y mira que siempre has sido malo". Le pedí si quería que le comiera el coño. "Ni se te ocurra, ahora quiero dormir", dijo de malas maneras. Después de la corrida me quedé dormido como niño. A media noche, pero me despertaron los gemido de mi mujer. Se ...