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Gangbang extremo - Parte 1
Fecha: 01/05/2024, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Tardé un tiempo en asumir que, aunque para esos hombres sea yo quien se la entrega para que la usen a su antojo porque soy su dueño, en realidad es ella la que desea que lo haga, además mi única actividad sexual es con ella y solo para darla placer, nunca para que yo pueda correrme, de hecho me tiene prohibido hasta masturbarme. No siempre fue así, aunque desde el principio de nuestra relación Mar me confesó que gozaba siendo sometida y usada sexualmente, lo cual encajaba con mis fantasías de dominar, someter, degradar y castigar a las mujeres sexualmente, pero nunca creí posible encontrar a una mujer como Mar, el problema llegó cuando descubrí que era incapaz de ser tan duro y sádico como fantaseaba, pero Mar deseaba incluso llegar aun más lejos de lo que yo había fantaseado, así que un día le propuse buscar un hombre al que cederla como una esclava para que la sometiese y usase con la dureza que ella deseaba, Mar sería quien pondría los límites y mi única condición fue estar presente. Para el hombre a quien la entregase, Mar sería mi esclava y entregársela tenía el fin de humillarla convirtiéndola en un objeto sexual. Mar aceptó dispuesta a que la entregase a quien yo decidiese y sin limitaciones de ningún tipo, así que no tardé en organizar todo para entregar a mi mujer a otro hombre. Quedé con ese desconocido ...
... en el bar de un hotel mientras Mar esperaba en la habitación, tras hablar con él y aclarar algunos detalles subimos a la habitación, Mar estaba de pie y desnuda como le había ordenado, ni siquiera me dirigí a ella, tan solo le dije a ese hombre “Ahí tienes a mi esclava, puedes usarla a tu antojo como más te apetezca”. Se acercó a ella y durante un par de horas la usó como si no fuese más que un cacho de carne con agujeros. Mar, cuando ese hombre se fue, me reconoció que había disfrutado más que nunca, en especial por que yo estaba observando todo, por mi parte estaba confuso, me había encantado presenciar como ese hombre hizo con mi mujer lo que quiso, la penetró por todos sus agujeros, le folló la garganta tan profundamente que vomitó, le azotó el culo hasta ponérselo casi morado, al igual que hizo con las tetas y el coño, la uso de urinario, no dejó de insultarla y hablarle de manera denigrante en todo momento y se corrió varias veces, sin condón, tanto fuera como dentro de mi mujer, pero al mismo tiempo que disfrutaba viéndolo me sentía como un imbécil por permitir que un extraño disfrutase de mi mujer como yo siempre había fantaseado y también me sentí ridículo por ser incapaz de someterla, castigarla y humillarla tanto como ella deseaba, sobre todo comprobando que estaba gozando más con ese otro hombre que conmigo.
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