1. Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (9)


    Fecha: 21/10/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... vara, que había dejado en el suelo para atar al jovencito, la hizo silbar varias veces en el aire como método de intimidación, dio un paso atrás, miró las deliciosas nalguitas y descargó sobre ellas el primer azote.
    
    El chico gritó de dolor y Ligia siguió azotándolo con pausas de distinta duración entre cada golpe, para aumentar la angustia de su víctima al no saber cuándo le caería el próximo varillazo.
    
    La mujerona tenía un brillo de malignidad en los ojos mientras seguía con la impiadosa zurra y el pobre chico gritaba de dolor, jadeaba y rogaba alternativamente mientras movía sus caderas de un lado al otro en un vano y desesperado intento de esquivar los azotes.
    
    Ligia respiraba agitadamente, por el esfuerzo físico y también por la excitación que sentía al castigar tan apetecible culito.
    
    Al cabo de un rato detuvo la paliza, tomó al jovencito por la cabellera oscura y rizada y con la boca casi pegada a la oreja izquierda le preguntó:
    
    -¿Y? ¿te sometés o sigo dándote?
    
    El chico sólo jadeaba y Ligia interpretó ese silencio como una negativa. Entonces retrocedió dos pasos, volvió a medir la distancia hasta el objetivo y reanudó el castigo en medio de los alaridos que profería el desventurado jovencito.
    
    La mujerona sabía que, según la decisión de los Amos, el chico de turno no podía acabar con las nalgas lastimadas, claro que no por consideración, sino porque les resultaba ...
    ... inaceptable que la belleza del castigado se viera afectada por lastimaduras o heridas. Ligia se dio cuenta de que estaba a punto de provocar esos desagradables efectos y decidió suspender la zurra. Liberó al chico de sus ligaduras y lo llevó hasta el camastro gozando sádicamente de sus gemidos de dolor y su andar vacilante.
    
    -Mañana seguimos, mocoso… -le advirtió antes de retirarse y el pobrecito no supo que le había sonado más siniestro, la temible amenaza o el ruido de goznes oxidados que hizo la puerta al cerrarse.
    
    De regreso a sus dependencias en la mansión, Ligia llamó inmediatamente al escribano, pero al no poder comunicarse probó con el ingeniero:
    
    -Novedades, ingeniero… -dijo para iniciar la conversación.
    
    -Dígame, señora.
    
    -Es difícil el chico…
    
    -Explíquese.
    
    -Le estuve dando duro con la vara y a los cachetazos, pero no afloja y sé que si sigo azotándolo lo voy a lastimar, incluso mañana tendré que aplicarle en las nalgas la pomada desinflamante.
    
    -Entiendo, señora, escuche. Vamos a cortar por lo sano. Olvidemos la ceremonia, lo cogemos directamente y punto. Voy a hablar con los otros y vuelvo a llamarla para ver si la cosa es mañana a la noche. ¡Mocoso de mierda!
    
    -Bien, ingeniero, espero sus instrucciones para preparar al chico como siempre: ducha, perfume y enema.
    
    -Exactamente, señora. La llamo. –confirmó el vejete y ambos cortaron la comunicación.
    
    (continuará) 
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