1. La fiebre de la ninfa


    Fecha: 25/09/2024, Categorías: Primera Vez Autor: Hades, Fuente: CuentoRelatos

    ... que no recuerdo.
    
    S: ¿Te has masturbado?
    
    F: ¿Cómo?
    
    S: Que si te has frotado la vulva con los dedos.
    
    F: Bueno, sí. ¿Es malo hacerlo?
    
    S: ¡Por Cristo! Es pecado mortal. Hija, me parece que el maligno te ha poseído.
    
    F: ¿El maligno, Padre?
    
    S: Sí. Es La Ninfa, un demonio que hace que te de fiebre.
    
    F: ¡No me diga eso, Padre! ¿Qué es lo que me sucede? ¿Es peligroso?
    
    S: Si no te exorcizo pronto, sería muy pero que muy peligroso. Yo puedo curarte.
    
    F: Dígame qué tengo que hacer, ¡por favor!
    
    S: Calma, calma. Escúchame con atención. Más luego, como a las cinco, vas a venir a la iglesia y vas a entrar por la parte de atrás, ¿entendido?
    
    F: Sí.
    
    S: La puerta estará sin seguro. Así que entras y la cierras. Yo voy a estar adentro en la sacristía, esperándote. ¿Vas a venir?
    
    F: Sí.
    
    S: Nos vemos entonces. Ve con Dios.
    
    En la tarde. La joven llevaba ahora un vestido camisero sin mangas de color amarillo. Cuando estuvo ante la puerta trasera de la iglesia, vio que ésta estaba un poco entreabierta, empujó con la mano y entró. En seguida cerró la puerta, pasando el cerrojo.
    
    En la iglesia no había nadie salvo el cura. Estaba arriba sentado ante un escritorio, y contabilizaba las ofrendas recibidas de la semana. Cuando sintió, afuera, que cerraban el cerrojo, se levantó y se acercó a la ventana. Abajo, por el camino del patio, avanzaba la joven adolescente, hermosa y virginal, con su vestido amarillo y su cabello largo y negro agarrado de una moña por ...
    ... detrás. El cura se apresuró a desocupar el escritorio, luego fue y abrió la puerta, salió al pasillo y bajó por las escaleras hasta el patio para recibirla. Luego, los dos subieron al segundo piso y se metieron en la sacristía. El cura cerró la puerta tras de sí.
    
    -Bueno, aquí estamos -dijo.
    
    -Padre Yojan, dígame cómo hago para curarme de eso que usted mencionó al mediodía.
    
    -¿La fiebre de la Ninfa?
    
    -Eso mismo.
    
    -No te preocupes. Lo primero que tienes que hacer, es relajarte.
    
    El sacerdote se acercó a la joven y le dijo que cerrara los ojos, y ella, obedientemente, los cerró. Luego la llevó hasta el escritorio y la sentó en él.
    
    -Acuéstate -le dijo.
    
    Ella se acostó. Entones, él le agarró el borde del vestido, las manos de ella lo atajaron.
    
    -¿Qué está haciendo, Padre Yojan?
    
    -No te muevas -dijo él.
    
    Ella, confusa, insegura, sin entender nada, quitó las manos y él procedió a subir de nuevo el vestido. Tenía las piernas blancas, sonrosadas, los muslos lisos, firmes, la carne tierna. El sacerdote se excitó. A medida que le subía el vestido a la joven, él se iba poniendo más y más caliente. Fue subiendo el vestido hasta dejar al descubierto la tela color beige de la pantaleta. Vio un bulto gordo, con finos vellos negros saliéndose por los costados, sobre la piel blanca.
    
    -Ahora, voy a quitarte esto -dijo el Padre mientras le agarraba el borde superior de las bragas. Se las quitó alzándole las piernas.
    
    -Déjalas así -le dijo.
    
    Había un montoncito de vello ...