De hetero a gay pasivo
Fecha: 11/10/2024,
Categorías:
Gays
Autor: MarSiss, Fuente: CuentoRelatos
... si esa fuera mi forma natural de tener sexo. Lo sentía por los movimientos que hacía sin pensar, con esa polla dentro. Esos movimientos los hacía mi cuerpo por pura intuición, para sentir placer… y también para dar placer. Cuando me cabalgaba esa polla, no tenía nada en la mente, solo sentía placer, fue el éxtasis.
Tras cabalgar a mi nuevo mejor amigo por un buen rato, me vino a la cabeza la sensación de que igual podía disfrutarlo todavía más si me depilaba el ano, así rozaría completamente con la piel ese pedazo de goma. Así lo hice, con sumo cuidado me afeité por primera vez esa zona íntima y luego volví a la carga.
Me pasé como dos horas sin parar de meterme ese juguete por el culo, jugando con él de todas las formas que se me llegaron a ocurrir. Lo cabalgué inclinando mi cuerpo hacia adelante, luego otro rato inclinándolo hacia atrás, salté encima de él, lo pegué en la pared y lo golpeé contra mí, incluso me surgió un poco de twerking sobre él, aunque todavía no dominaba mucho esos movimientos. Lo disfruté como no había disfrutado una masturbación en toda mi vida.
A partir de ese día comencé a usarlo con bastante frecuencia, dejando a mi cuerpo explorar los límites del placer, descubriendo y mejorando los movimientos de penetración…
Cuando llevaba como un mes con él, sentí que podía aspirar a algo mayor. Ese juguete era maravilloso, pero quería probar más cosas. Decidí dar un paso que ya tenía en la cabeza desde hacía mucho tiempo: me compré un dildo ...
... realista negro de 22 cm de longitud y 5 de grosor.
Como cabe esperar, eso fue todavía más maravilloso… Los momentos que pasaba dejando mi cuerpo gozar eran extasiantes. Con ese nuevo dildo comencé a probar una de las posiciones que no había probado hasta ese momento: la del perrito. Colocaba el dildo en una de las patas de una mesa y yo me tumbaba en el suelo, colocándome a la altura del enorme pene realista, y dejaba que entrara hasta lo más hondo de mi ser, mientras me movía locamente en un acto que para mí ya era la única forma de autosatisfacerme.
En esos momentos estaba tan emocionado por lo que estaba consiguiendo que incluso me costaba creerlo. Había leído que podía costar mucho tener sexo anal siendo el pasivo y que requería mucha práctica, pero en cuestión de poco tiempo yo había sido capaz de llevarme prácticamente al límite de lo que una polla puede medir, ya tenía práctica en relajarme y en moverme en casi todas las posturas que se me ocurrían. Estaba tan entusiasmado que comencé a grabarme en vídeo durante mis prácticas para ver cómo lo estaba haciendo y, la verdad, no estaba nada mal. Ahora que ya tenía la práctica para el sexo anal, solo me quedaba una cosa: probarlo con un hombre de verdad.
Para ese entonces, cuando veía porno ya no solo me fijaba en el placer que sentían las mujeres al ser penetradas por una buena polla, sino que ya había comenzado a sentir deseo por los cuerpos de los hombres. En especial por los muy masculinos. Si veía un hombre musculoso ...