Bibi
Fecha: 19/06/2017,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Verano de 1971.
Bibi estaba echada sobre la hierba, yo, a su lado, la besaba. Nuestras lenguas se acariciaban y los labios las chupaban. Clavando su pupila en mi pupila, me dijo que sí asintiendo varias veces con la cabeza. Como no daba el paso, me llevó la mano derecha a sus duros senos. Se los magreé mientras nos seguíamos besando. Mi verga estaba tiesa, mojada y latiendo... Colorada como una grana, me volvió a decir que sí asintiendo con la cabeza más veces que antes. Al ver que seguía sin hacerle lo que quería. Se levantó la camiseta y las copas del sujetador. Tenía unos senos preciosos, con grandes areolas rosadas y pezones largos. Besé su ombligo con lengua. Saboreé el sabor salado de su sudor... Después lamí, chupé y magreé sus duras y aterciopeladas maravillas. Poco después, Bibi, gimiendo, volvió a decir que sí con su cabeza... Eché mano a sus bragas. Bibi levantó el culo para facilitar que se las quitase. Le levanté la falda. Al ver su chochito mojado no pude evitar comérselo. Metí mi cabeza entre sus piernas flexionadas y abiertas de par en par. Lamí su humedad. Me supo a Gloria. Echó su pubis hacia delante. Su clítoris buscaba mi lengua y la encontró... Metí todo su chochito en la boca y mi lengua en su vagina, la dejé quieta. Agarré sus tetas y se las magreé. Bibi, moviendo su culo de abajo arriba, de arriba abajo y alrededor, buscó el orgasmo, y al ratito lo encontró. Me agarró la cabeza con las dos manos, y corriéndose, me dijo:
-¡Te quiero, ...
... Quique!
Fue precioso sentir los latidos de su chochito y su jugo pastoso y calentito empapando mi lengua. Tampoco pude evitar acariciar su ojete con mi dedo pulgar mientras se corría para sentir como latía al abrirse y cerrarse. El ojete, mojado, pedía que le metiese el dedo, y se lo metí, lo que hizo que sus gemidos subieran de tono.
Después de correrse la volví a besar. Su cabeza me volvió a decir que sí asintiendo con vehemencia. Saqué la polla y se la acerqué a la entrada del chochito. Empuje. La cabeza de mi polla entró tan apretada en su empapada cuevita que cogí miedo. Le dije:
-Te voy a romper, Bibi.
Bibi, mi primer amor, tenía quince años, uno menos que yo, era delgadita, rubia. Su cabello le llegaba a la cintura. Medía 1.60. Tenía los ojos marrones. Sus pechos eran como peras limoneras y su trasero respingón. Su chochito estaba rodeado de vello casi pelirrojo. Era un angelito, un angelito que, después de correrse, sudaba a chorros aún estando a la sombra de un manzano. Era su primera vez. Me estaba entregando su virginidad, y no quería dejar las cosas a medias.
-Sigue metiendo, Quique.
Se la fui metiendo centímetro a centímetro, entre beso y beso, entre miradas de amor. Nadábamos en ternura. Al tenerla toda dentro, nos quedamos quietos, besándonos con dulzura. Luego, despacito, la fui sacando y metiendo... Un poco más tarde era Bibi la que con sus manos apretaba mi culo contra ella. Fue subiendo el ritmo... Una de las veces que tenía la verga en el fondo de su ...