La visita de mi amigo (I) [H31]
Fecha: 30/12/2024,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Anoche vino de visita mi amigo, pasamos toda la tarde jugando videojuegos. Como ya es costumbre, se nos suele pasar el tiempo y regresamos a la realidad ya muy tarde como para que él pueda regresar a su casa, por lo que no es ninguna sorpresa ni novedad que se quede en mi casa a dormir.
Tampoco es novedad que mientras se vaya acercando la media noche, encerrados en nuestro cuarto, nos pegue la calentura y nos pongamos a ver porno. Aprovechando que todos en casa duermen, con un volumen bajo, pero aún estimulante, hacemos una maratón de videos porno. Las primeras veces sólo lo hacíamos morbosamente, mientras hacíamos bromas sobre lo que se podía ver en pantalla. Con el tiempo, empezamos a adquirir la confianza de tocarnos por encima del pantalón mientras veíamos aquellos festivales de carne.
Pero esta noche las cosas han cambiado radicalmente. Tal vez sea la noche veraniega, pero nos ha dado por desnudarnos, absortos en la pantalla, pero decididos a tocar nuestros propios cuerpos. La atmósfera era tremendamente caliente, apenas podía pensar alguna cosa diferente al sexo. De repente noté que cada uno ocupaba una esquina de la habitación, desnudos, calientes y con sendas erecciones. Escuchaba las manos estimulando los penes, y veía con claridad la sangre que se agolpaba en dos penes jóvenes, rebosantes y listos para profanar las vulvas, los anos y las bocas que iban desfilando en la pantalla. Ni las tetas rebotando, los culos abriéndose, ni las vaginas llenas de fluidos ...
... eran lo más excitante en la habitación, sino nuestros cuerpos, desnudos, consumiéndose en la lujuria y existiendo sólo para hacerle un canal a la pulsión carnal.
Los gemidos de las actrices hacían un excelente juego con el sonido de nuestras manos frotando nuestras vergas. Se veían casi igual de magníficas. Algunas diferencias en las posiciones de las venas que las atravesaban, en el color del glande y levemente en el grosor y largo de cada una. Nuestros testículos coronaban perfectamente aquella imagen, era todo hipnótico. Una nueva escena de triple penetración nos encendió y casi al unísono reanudamos nuestra masturbación con furia. Creo que estuvimos a punto de arrancarnos la dura carne que delataba nuestra juventud.
Nuestros gemidos se unieron a todo el festival. Discretos, por la compañía en las otras habitaciones del hogar, pero también un poco apagados por la presencia del otro, que como testigo heterosexual, hacía confusa aquella habitación. Desde nuestras trincheras, soltamos cada uno nuestras vergas y las dejamos palpitar, en una serie de estertores que aumentaban con cada gemido propio y extraño, hasta que finalmente empezó a brotar un torrente de blanco semen que escurría por toda la carne, hasta rodear los testículos y finalmente manchar las sábanas. El trance continuó con nuestros cuerpos exhaustos y sudorosos. Sentía que había vaciado todo mi ser en aquella eyaculación colectiva.
Me quedé dormido ahí, sentí que mi amigo me despertó pidiendo comida más ...