MI ESPOSA BIEN LO MERECE (1ª PARTE)
Fecha: 03/02/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Aún retumbaban en nuestro dormitorio los gemidos, los gritos y jadeos de nuestras no tan lejanas sesiones de sexo. Era una época en la que, pese a nuestras obligaciones laborales, teníamos a mano unas horas para nosotros y disponíamos de lo necesario a la hora de tener maratonianas sesiones de sexo. Ella, una hembra de 44 años, era tremendamente golosa, guapa y con unas curvas que siempre me volvieron loco. Los puristas de lo moderno dirían que estaba "gordita", pero la dureza de su culo y sus pechos firmes obligaban a obviar cualquier intento por sustituir lo tradicional por lo novedoso.
Mi esposa siempre gustó de un recato morboso. Era incapaz de exteriorizar situaciones que a cualquier mujer la hubieran catalogado como "guarra" o "salida". Usaba braguitas tipo culotte, altitas y nunca iba sin sujetador. Le horrorizaba sentir un pezón marcado por la calle bajo una camiseta. Luego, en la intimidad, le encantaba exprimir mis huevos y sentir como se pringaban sus pezones con mi semen espeso y abundante o recibir unos azotes en su tremendo culo mientras le llenaba el coño de polla estilo perrito posición, por cierto, que la volvía loca.
No tardé demasiado en recibir las primeras señales: menor duración, erecciones menos potentes, incremento de la flacidez y una eyaculación menos poderosa. Tras consultar con un especialista éste me puso al corriente de que la edad iba pasando y empezaba a notar su huella. Probé esas milagrosas pastillitas y sí, parecía notar mejoría, pero ...
... salvo algo más de erección, todo se venía a quedar en poco más o menos lo mismo, una eyaculación normal y nada de repetir asaltos. Ella alcanzaba algún orgasmo con mi boca, pero había dejado de sentir el placer que toda mujer ansía mientras es empotrada por un macho. Notaba que se quedaba "a medias", se repetían los "no pasa nada, cariño" y se alargaban los días entre sesiones de sexo.
Su calentura iba en aumento. Lo notaba. Apenas rozaba su coñito soltaba sus jugos y dejaba chorreando mi mano o mi boca. Alguna noche, cuando no podía dormir, me entretenía en la cama viendo porno, buscando sexo de parejas amateur en las que la tónica dominante era la aparición de un toro, de un macho que poseía a la esposa y con su tremenda polla llevaba al cielo a la pobre y necesitada esposa que se corría como poseída por un demonio de más de 20 cm. En silencio ella se quedaba muchas noches viendo el televisor y lo peor de todo era comprobar como en alguna ocasión se pajeaba, se hacía un dedo, oía sus gemidos y se corría para luego ir al baño a refrescar su inflamado y necesitado coño en el bidé.
Esto comenzó a ser demasiado y debía buscar una solución. Me horrorizaba la idea de que algún día, tras salir a trabajar, acabara todo evolucionando en la típica infidelidad de una mujer necesitada de sexo y la búsqueda de un pollón más grande y joven. Algún tipo soltero andaba con los trastos preparados en su trabajo y no perdía ocasión de tirarle la caña, algo más joven y bien parecido. Así ...