Infiel por mi culpa. Puta por obligación (3)
Fecha: 04/02/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... limpio con toallitas húmedas para bebé.
— ¡Aun te amo! — lo digo en voz alta, acercando mi rostro a tan solo un palmo del espejo sobre el lavamanos de cristal, como si su limpia superficie fuera una especie de portal dimensional y a través de él, –con el vaho de mi aliento dispersándose– le llevara entre susurros a sus sueños, mis palabras. Y lloro un poco, aunque no se diferencian mucho mis lágrimas, saladas con seguridad, pero tan cristalinas como el agua con la que estoy baldeando las impurezas del alma reflejadas en mi rostro. Es mejor serenarme, por lo tanto una tempranera ducha no me sentara mal. ¿Toalla? Me percato que no he traído la mía, no empaqué casi nada por las prisas. En un estante superior hay de sobra.
Me doy un rápido duchazo con agua fría para despejarme, me enjabono de abajo hacia arriba, las pantorrillas primero y luego mis muslos, que tanto le echan de menos. En mi cuquita depilada por completo me detengo para frotar los labios, sólo su entrada… ¡Tan abandonada como su propietaria!
Desde hace meses no tengo sexo con nadie, aún recuerdo la última vez, justo antes de que todo saltara por los aires. Ni siquiera he usado los jugueticos que compré en el sex-shop, en principio a escondidas de mi marido, no he tenido ánimo para ello, –aunque lo he intentado– siempre viene a mi mente su rostro de decepción y desprecio por lo que termino por llorar, sino que es la congoja la que incide en mi garganta hasta el punto de llegar a estrangular mi deseo. ...
... Solo a veces con mis dedos me he proveído de uno que otro orgasmo, tristes como lo están siendo mis días sin él. ¡Pero hoy no! No tengo ganas ni es el momento oportuno.
Con el mismo esmero restriego bien mis nalgas, –como si la pureza de mi nueva etapa comenzara por ahí– y a continuación llevo el jabón desde mi plano vientre, pasando por el hundido ombligo, hasta llegar a la redondez de mis tetas; solo shampoo para el cabello sin acondicionador, pues lo llevo ahora corto a la altura de mis hombros. Ese es otro detalle del que estoy segura que no le va a gustar, o al menos, le desconcertará.
Pero ahí sí Camilo, ¡tú eres el culpable y no yo! Por dejarme sola de repente y a cargo ya de todo, de una vida sin rumbo. Tanto por hacer y mucho más para decir… ¡Mentir! Y en mis días de mayor desespero, tras las constantes preguntas de nuestro hijo Mateo… ¡Mamita! ¿Cuándo regresará mi papito? Frustrada y sin respuesta certera que ofrecerle, terminé por echar mano yo misma a las tijeras. Un cambio de fisonomía para no gustarle a nadie. A él, si le daba por aparecer, a los demás que me miraban mal, y en especial a mí misma, para sepultar de una vez por todas a esa otra mujer qué habitó en mí. Más temprano que tarde, mi esposo se dará cuenta, de por qué lo he hecho. ¡Lo sé!
Me enjuago lentamente ahora sí, todo mi cuerpo, de arriba para abajo. Es el último paso para mi completa purificación antes de presentarme ante quien ha de darme su perdón. Ya solo me afana decidir cómo vestirme ...