1. Una familia muy normal - XV


    Fecha: 02/11/2018, Categorías: Incesto Autor: sayago19, Fuente: SexoSinTabues

    ... siéntense son las piernas separadas, por lo que veo ya tuvieron sus juegos entre ustedes, ¿les gustó?” Ambas asentimos con la cabeza. Separo sus pierna y nos mostró su depilada vagina, con la mano izquierda abrió sus labios y con la diestra señalaba: “labios mayores, labios menores, uretra, clítoris; este último es un excelente amigo: acarícienlo lentamente con las yemas de sus dedos índice y medio” Al decir esto nos mostraba como hacerlo, poco a poco una sensación agradable comenzaba a renacer, un pequeño calor iniciaba su circulación y el pequeño botón rosado de nuestro clítoris tomaba fuerza y comenzaba a erguirse. “mmmm, sigan así; ¿les está gustando? Si sienten un poco de líquido dentro de su vagina, conchita, coñito, palito, puchita o como ustedes le digan es normal y solo simboliza que su cuerpo se está preparando para placeres mayores”. Su izquierda se alejó de su vientre y llegó a sus grandes senos ”con la otra mano acaricien sus pechos, jueguen con sus pezones, si están duritos es que lo están haciendo bien, pellízquenlos un poco y jalénselos, al principio parece doler pero después se disfruta mucho” Obedecíamos disfrutando todas las sensaciones que corrían en nuestra piel, entonces Mariana (nuestra madre) dejó de masturbarse y se aproximó a nosotras, para nuestra sorpresa comenzó a acariciar nuestros senos; sus dedos acariciaban con maestría nuestros pezones erectos, los oprimía y los ...
    ... soltaba altaernativamente, estrujaba nuestros pechos y los amasaba con ternura y deleite. Entonces aproximó su boca a mis tetas y sus labios se prendieron de mi seno derecho, sus dientes mordían con delicadeza mi pezón, los juegos de mi conchita manaba cada vez más y con mayor temperatura; suspendió sus caricias y procedió a hacer lo mismo con el pecho de Ana, sin poder evitarlo me encontré colgada de su busto tratando de repetir las caricias que ella me había prodigado. Se irguió y atrajo a mi hermana hacia su otro seno, allí estábamos cada una disfrutando de las tetas de nuestra madre igual que de bebés pero ahora para aplacar otra hambre: la de placer. Sus manos, que habían estado acariciando nuestra cabeza con ternura, no soltaron y apartando las nuestras de los coñitos mojados: primero sus dedos se encargaron del clítoris, jugaron con el; lo mimaron, lo rodearon y posteriormente se internaron dentro de nosotras, exploraban con lentitud nuestro mojado vientre hasta encontrar un pequeño montículo como a unos 5 centímetros de la pared anterior de la vagina, una vez ubicado movió sus índices, como si llamara a alguien, “ese lugar bebés, es el famoso punto G; disfruten todo lo que puedan” bastaron unos pocos movimientos para hacernos llegar a un orgasmo explosivo. “Que rico nena” interrumpió Lidia “¿pero eso qué tiene que ver con tu Papá?” “Necesito algo de beber para continuar” respondió parcamente. 
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