Eres un cerdo, Gedeón
Fecha: 05/04/2025,
Categorías:
Humorísticos
Autor: angelb, Fuente: CuentoRelatos
... experimentaban todas las técnicas y los placeres conocidos y algunos quizás por inventar.
Gedeón era imaginativo para el sexo y Raquel aceptaba con evidente placer lo que él le proponía. Cuando la hacía experimentar nuevos placeres, ella simulando un enfado, le decía:
- Eres un cerdo, Gedeón – y se reía de buena gana mientras accedía a lo que le pedía.
La frase “eres un cerdo, Gedeón” se acabó convirtiendo en un mantra en sus relaciones y si Raquel no se lo decía, Gedeón se quedaba con la sensación de que no la había satisfecho adecuadamente.
No tenían intención de casarse, estaban bien así, pero cuando acabaron sus escasos estudios los padres les impusieron un matrimonio con rigurosa separación de bienes. Se habían puesto de acuerdo ambas familias y a cambio de unos jugosos ingresos mensuales, tuvieron que pasar por la vicaría. Tampoco les importó demasiado y hasta les hizo gracia, porque el día de la boda, simulando una indisposición de Raquel, se encerraron en la sacristía y consumaron el matrimonio antes de que el cura les diese el visto bueno.
El viaje de novios lo hicieron a una de esas islas de moda en el Pacífico y allí conocieron algunas ...
... habilidades que hasta entonces no habían experimentado.
Al cabo de seis meses de su vuelta, una tarde, después de una tormentosa sesión sexual, Raquel le anunció:
- Estoy embarazada, Gedeón.
Él, en plan de broma, le contestó:
- ¿De quién?
- Creo que de ti, cerdo.
Y retomaron otra vez sus retozos.
Raquel estaba embarazada de un niño y no tuvo ningún síntoma que le hiciese cambiar de vida. Ni arcadas, ni vómitos, ni pérdidas. Siguieron comiendo, bebiendo, fumando y copulando como si el embarazo no fuese algo que les afectase personalmente.
Cuando llegó el momento parió sin aspavientos y el niño pesó cuatro kilogramos en canal. Cuando Gedeón entró en la habitación, Raquel le estaba dando de mamar y orgullosa se lo enseñó. Era un niño robusto y sano, pero Gedeón se quedó extrañado al verle:
- Tiene cabeza de cerdo – dijo él.
- Sí, no puedes negar que es tuyo – y se rio con ganas.
Él se quedó pensando un rato, como si algo no le encajase. Por fin le preguntó:
- ¿Y qué nombre le ponemos a alguien con cabeza de cerdo?
Raquel tampoco lo sabía y se quedaron en silencio hasta que la criatura empezó a llorar.
Igual pensaban en el nombre.