La sombra de las Pirámides: Un viejo amigo
Fecha: 03/06/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: ericaCL, Fuente: CuentoRelatos
... besándola mientras la giraba y lentamente la hacía retroceder hasta que ella cayó de espaldas sobre una de las camas, con las piernas colgando por el costado.
"Yo tampoco suelo hacer esto", dijo él, cayendo de rodillas entre sus piernas.
"Mentiroso", se rió ella mientras su lengua lamía entre los pliegues rosados de su coño excitado.
La risa se convirtió en un maullido cuando su talentosa lengua se puso a trabajar con ella. Él no se detuvo después del primer orgasmo y continuó lamiendo su coño, metiendo dos dedos en ella para llevarla a un segundo y tercer orgasmo. Hilary levantaba su ondulante cuerpo acompasando la lengua del militar como la de una mujerzuela lasciva. Jadeó cuando tuvo un poderoso cuarto orgasmo. Apenas se estaba recuperado de su último orgasmo cuando Karl se puso de pie y la punta de su polla la abría y la empujaba profundamente.
La polla de Jaeger fue nombrada acertadamente cuando tomó sus rodillas debajo de sus brazos y comenzó a martillar a la irlandesa con fuerza. El cuerpo de Hilary saltaba en cada embestida del grueso pene, sus músculos vaginales se aferraban con fuerza a él mientras se corría una y otra vez. De repente tiró de su pene para liberarlo, en busqueda de unos segundos de descanso y de aire. Ella miró su miembro; era de un rojo brillante, duro e hinchado, desenfrenado por su necesidad de correrse. También estaba empapado y goteando con sus fluidos. Aún no había terminado.
"Date la vuelta", jadeó él.
Hilary se dio la ...
... vuelta, poniéndose a cuatro patas. Él se paró detrás de ella y lentamente guió su polla de regreso a su coño caliente. Ambos gimieron cuando lo volvió a enterrar. Karl se quedó quieto durante varios minutos tratando de luchar contra su necesidad de correrse, su polla se sacudía varias veces dentro de ella enviando temblores de placer por todo su cuerpo. Después de varios minutos, él agarró sus caderas y comenzó a trabajar su pene de nuevo, lentamente al principio, aumentando la velocidad. Los gemidos de Hilary se convirtieron en un grito constante a medida que un orgasmo se convertía en otro: en un poderoso y continuo clímax. Entonces Karl hizo algo inesperado. Sus manos agarraron sus glúteos y ella sintió la punta de su pulgar presionando contra su ano. Su capullo de rosa se abrió para él quien empujó su pulgar dentro. El clímax ya fuerte se duplicó, sus músculos vaginales apretando su eje mientras rociaba sus bolas con fluidos vaginales. Él la empujó hacia adelante hasta que su pene y su pulgar salieron de su cuerpo.
Hilary quiso decir algo pero solo pudo jadear sobre la colcha. Karl se tumbó sobre ella.
Un minuto más tarde el alemán se tumbó de espaldas, jadeando. La tocó en el hombro y movió la mano como diciendo: «Vamos, es tu turno para hacer el trabajo...»
Hilary se levantó y se sentó a horcajadas sobre él. Su eje se sentía grueso entre sus piernas mientras deslizaba su húmedo coño por él, empujando el glande hasta que entró en ella. Lentamente el pene de Karl la ...