Echándote de menos
Fecha: 17/08/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: sutil1979, Fuente: CuentoRelatos
... éxtasis, imaginando que eran tus manos las que me tocaban, que eran tus labios y tu lengua los que me estimulaban de esa forma, que te cogía el cabello para hundirte en mi, para correrme en tu boca y que probaras el sabor de mi orgasmo. Exhausta, sudada, con el coño palpitante, me decías que descansara, que imaginara que estabas a mi lado, que me acariciarías el cabello hasta que me quedara dormida mientras yo jugaba con el vello de tu pecho.
Mis manos fueron las tuyas cuando te pedía que te quitaras la camiseta y los pantalones, que te acariciaras por encima de la ropa interior hasta notar cómo aumentaba la turgencia de tu falo, que te quitaras esos bóxers ajustados que tanto me gustaban para que tu polla erecta saliera disparada, para poder lamerla, besarla y saborearla hasta el fondo de mi garganta. Quería sentirla dentro de mí, con tus manos en mis pezones endurecidos, notar en mi oído tu aliento exhalando gemidos de placer, acariciar tu cabello y abrazar tu espalda mientras te pedía que siguieras y acabaras dentro de mí. Otras veces me daba la vuelta para que masajearas mi cuello, bajaras por mi espalda hasta llegar a mis nalgas y una vez allí jugaras con mi ano ...
... casi virgen, primero por fuera, lubricándolo con los fluidos de mi sexo, para introducir poco a poco un dedo y luego dos, hasta quedar preparada para ti, para recibirte sin prisa, sin pausa, disfrutando cada milímetro de ti. A cuatro patas, sofocando mis gritos contra la almohada, tu cuerpo abrazándome, tu polla en mi culo, tu mano en mi clítoris, me hicieron tener uno de los orgasmos de mi vida… Incluso jugamos a escribir juntos uno de tus sensuales relatos, propusiste una playa como escenario con un atardecer de fondo, aunque nunca llegamos a completarlo.
Pero llegó el día en el que tus mensajes dejaron de llegar y los que yo dejaba en el chat se esfumaban sin respuesta a las 24 horas, como si estuvieran escritos en arena y los borrara la marea. Nunca fuimos una obligación y siempre supimos que algún día terminaría el juego, pero no añoro los buenos ratos que pasamos y lo que me hacías sentir.
Mientras escribo estas líneas recordando nuestras charlas puedo notar cómo se moja mi ropa interior y cómo se humedecen mis ojos, luchando para no dejar escapar la lagrima que pugna por resbalar por mi mejilla, porque no puedo evitar echar de menos a mi compañero virtual.