Madura, gordita y muy caliente
Fecha: 09/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Mincho, Fuente: CuentoRelatos
Eran las once de la noche, y yo me paseaba en mi carro, a la espera de cualquiera mujer que pudiese satisfacer mis necesidades. En ese momento vi a una mujer de unos 45 años, extremadamente gorda, que esperaba locomoción para dirigirse a su casa, en los alrededores de la ciudad. Como hacía mucho frío y empezaba a llover, me acerqué y le pregunté si se dirigía a Colina (yo sabía que sí, pues es el único lugar donde se espera esa locomoción). Ella se acercó a la ventana y me dijo que sí. La invité a subir y ella aceptó. Una vez dentro me agradeció, ya que hace más de veinte minutos que esperaba locomoción y no pasaba nada, y que se estaba muriendo de frío. Yo encendí la calefacción a todo lo que da y le sugerí que se sacara el abrigo, que estaba un poco mojado. Ella se lo saca, dejándolo en el asiento trasero. Al darse vuelta rozó mi brazo con una de sus tetas, que eran de un tamaño sorprendente. Como el viaje dura aproximadamente 20 minutos, mis movimientos tenían que ser rápidos.
–¿Tu marido no te dice nada por estar hasta tan tarde en la calle?
– No –me dijo– mi marido trabaja en Rancagua y llega sólo los fines de semana, además yo trabajo en un hotel y ésta es mi hora de salida.
–¿No te da miedo andar a esta hora en la calle?
–La verdad que sí, yo nunca antes me había subido a un auto con un desconocido, pero tú tan jovencito me inspiraste confianza.
–No te confíes, tú no sabes si yo puedo ser un depravado o un psicópata –ella se ríe.
–no le creo, con ...
... esa cara de angelito, además no creo que te intereses en una gorda como yo y tan vieja.
–Al contrario –le dije– como yo soy tan flaco siempre me han atraído las personas gordas, y con respecto a la edad, es el sueño de todo adolescente estar con una mujer mayor, que tenga experiencia. –Se ríe.
–No te lo puedo creer.
–Es cierto, mi sueño siempre ha sido estar con una mujer mayor que yo y si tiene unas tetas como las tuyas, sería una fantasía hecha realidad.
La gorda en ese instante cambio su tono de voz, se sentó de lado mirándome y me pregunto:
–¿No me dirás que yo te caliento?
–no sabes cuánto –le respondí.
En ese momento su mano me toca mi polla, que estaba a punto de reventar, y me dice que es cosa que yo diga y que haría todo lo que yo diga. Le pido que me baje la bragueta. Ella con las dos manos me baja el cierre pantalón, saliendo mi polla en todo su esplendor…
–¡qué cosa tan grande!
En realidad sí bien es cierto lo que le falta de gruesa le sobra de larga, 28 cm. Sus manos gordas la aprietan con fuerza y empiezan a manosearla de arriba abajo con mucha suavidad, yo mientras, con una mano en el volante y la otra entre sus piernas, buscaba un sitio apartado, donde estacionar.
–De tener dinero, te llevaría inmediato al motel que pasamos, pero a falta de eso te partiré en dos en el asiento trasero.
–Eso sí que no –me dijo– esta oportunidad no se me presenta dos veces en la vida, da la vuelta, que yo pago.
En minutos estábamos en el motel, ...