Amor en los establos - Relatos Eróticos

Amor en los establos

Berta, 39 años, casada, caminaba por los establos a la hora de la siesta. Buscaba el sexo de su amante. Al pasar por el box de  Flor, una yegüita muy tranquila, oye ruidos. Entra a ver lo que pasaba y ve a Darío, su hijo de 18 subido a un fardo de forraje y penetrando a Flor. Entra sonriendo y el joven queda duro de la sorpresa. 
- Tranquilo, hijo, todos tenemos nuestra calentura. - Y tomando a Flor del pescuezo la sostiene para que no se mueva y ayuda a su hijo en su tarea sexual. Cuando el joven acaba, se limpia y vuelve con su madre a la casa de la finca. Pero Berta se queda pensando, asombrada del tamaño de la verga de su hijo. A la siesta siguiente Darío sabiendo de la anuencia de su madre vuelve al establo y es entonces cuando él escuche gemidos y susurros. Va al box de Tauro, un hermoso semental blanco y ve a su madre, panza arriba, con las piernas abiertas sobre dos fardos de forraje, había puesto una frazada y una sábana. La pija del caballo estaba introducida en la concha de su madre y brotaban fluidos de esa vagina. El joven comenzó a masturbarse, su madre, entre las nubes de calentura, lo vio y estirando su mano comenzó a pajear a su hijo. los orgasmos fueron brutales, después, ya limpios volvieron a la casa.
Por la noche Berta esperó que su marido se durmiera y se dirigió a la habitación de Darío para conseguir que esa verga la penetrara. Vaya sorpresa, encontró a Valeria, su hija de 20 recibiendo la pija de Darío. El hijo. al ver a su madre, la llamó para que participara del un trío. Desde esa noche los tres formaron un grupo para tríos sexuales incestuosos gracias al amor de los equinos y a su propia perversión. En otro relato contaré como entró el padre al grupo. Los nombres son falsos porque esa familia es amiga y vecina.