1. Cuando se cogieron a mi mujer (Segunda parte)


    Fecha: 20/06/2017, Categorías: Anal Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    ‘No volvimos a repetir la experiencia con terceros, para muestra basta un botón y de común acuerdo decidimos dejar todo ahí, hay muchas enfermedades y gente loca en el mundo, todo fue perfecto en ese momento, en ese lugar, nos habíamos dado el gusto’.
    
    Así había terminado la historia original, ‘Cuando se cogieron a mi mujer’, que te propongo leas sí que no la has leído, para tener continuidad en esta segunda parte.
    
    Honestamente, no había material para seguir adelante con la historia, no era la idea escribir lo que leerán a continuación, porque ese párrafo era el final de la historia, y esa era la verdad en ese momento, pero todas las verdades son relativas…
    
    Elizabeth, mi esposa, me empujó a hacerlo, es que ella se excita mucho con los comentarios que le hacen llegar, de su forma de ser, de mi forma de ser, de nuestra singular relación.
    
    Matías y Carlos eran historia, y nada me hacía pensar que ella volviera a ponerme los cuernos en mis narices. Una noche cruzamos el Río Paraná, fuimos a gastar unos pesos al casino de Victoria, a pesar de que en Rosario hay uno muy popular, a nosotros siempre nos gustaba hacer una mini excursión, un corto viaje, probar fortuna, cenar, hotel y regresar al día siguiente.
    
    No lo digo porque fuera mi esposa, soy hombre y sé que su belleza llama la atención y más cuando está ‘producida’ como ella suele decir.
    
    Elizabeth estaba sencillamente preciosa e irresistible, con sus cabellos recogidos, su rostro perfectamente maquillado, y ...
    ... lo más impactante, un vestido negro de una rara tela que parecía mimetizarse con su propia piel se adhería de tal manera que hasta se le marcaba la depresión natural en su vientre producida por su ombligo.
    
    Con bretel asimétrico, solo por el lado izquierdo, por el lado derecho su hombro permanecía desnudo, bajando la vista se marcaban demasiado sus pezones como dos botones amenazantes, dibujando la diminuta cintura que contrastaba con sus amplias caderas y su cola respingona, la pequeña tanga que calzaba se marcaba exageradamente contra la fina tela, un poco más abajo, siguiendo la línea, se hacía un tanto amplio hasta llegar al suelo, con dos profundos tajos a los lados que dejaban ver sus piernas bronceadas hasta el límite de lo sexi y lo porno.
    
    En resumen, mi esposa era un intrincado camino de curvas y contra curvas que invitaba a recorrerlo de punta a punta con mirada libidinosa.
    
    Agregó sus infaltables tacos altos y la hicieron más atractiva, por si hiciera falta.
    
    Ya en el lugar, no pasaba desapercibida, a pesar de que había muchas mujeres bonitas.
    
    Fuimos a la ruleta, siempre soy el que maneja las fichas, ella permanece a mi lado en rol de observadora, prefiere sugerirme donde apostar y dejarme a mi tomar las decisiones.
    
    Entre bola y bola algo no pasó desapercibido para nosotros, entre tanta gente y excitación del propio juego, un tipo al otro lado de la mesa no le quitaba los ojos de encima, se la comía con la mirada sin importarle que yo estuviera a su ...
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