1. Secretos sucios de una mucama


    Fecha: 26/11/2018, Categorías: Incesto Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... le preparé café mientras él trabajaba en la compu y cortaba un llamado. Me le acerqué como un perrito mojado, y cuando supe que me miraba lamí mi pulgar y dije sin ataduras: ¡quiero que me coja!
    
    El hombre peló la verga, se abrió la camisa y me invitó a arrodillarme para que se la chupe, le lama las bolas y las piernas.
    
    ¡sabía que tarde o temprano me la ibas a pedir atorranta!, dijo después de unos minutos de pete, y se levantó de inmediato. Me dejó en tetas, me bajó el pantalón y me tumbó boca abajo sobre la mesa con los pies en el suelo. En cuanto me dio 3 chirlos en el culo se me montó, y sin usar las manos calzó con maestría su rica pija en mi concha jugosa para moverse ágil, potente y despiadado mientras me moreteaba los senos, besaba mis hombros, me pedía que le muerda los dedos y decía: ¡¿te gusta más la pija de Diego o la mía, o las tetas de Vivi, o el ojete de Male, o te calienta todo putona? Te gustó verme jugar con Solcito?!
    
    En menos de 5 minutos su semen me inundó entera, su cuerpo se despegó de mí, y mi vergüenza por no llevar ropa interior me hizo sentir una reventada. Para él fue un trámite cogerme, pero a mí me devolvió casi tanto como las ganas de vivir. Esa poronga fue un regalo del cielo para las telarañas de mi sexo.
    
    Rumbo a mi cuarto vi a Sol en uno de los sillones, ya sin sus primos y con la remera empapada de tantas acabadas, y sin saber por qué causas del destino me siguió.
    
    ¡¿querés entrar conmigo?!, le dije apenas llegamos a la puerta ...
    ... de mi pieza.
    
    ¡sí, por favor, no aguanto más!, respondió como en apuros.
    
    Tenía los ojitos relucientes, las mejillas enrojecidas, el pelo enredado y, hasta podía oír el rugido de su corazón en su voz tierna.
    
    Cuando estuvimos adentro y asolas la empujé sobre mi cama, le di un piquito para que su cuerpo se sacuda sorprendido, y antes de que le hable dijo: ¡sacame la bombacha y comeme toda la chuchi, porfis, te juro que estoy re mojada!
    
    Apenas se la saqué le subí la remerita, la olí como para embriagarme los pulmones, le cubrí de besitos la panza, los muslos, los piecitos y atrás de las rodillas para hacerla reír. Su aroma virginal era como el de mi Flopy, aunque con menos olor a pipí. Le besé el cuello, probé sus labios cansados de abrirle paso a los penes de sus primos, y cuando su cuerpo resbalaba por la sábana de tanto contraerse de placer comencé a pasarle la lengua por la vagina y el culo sin introducirla. Sus gemidos me alentaban a morderle las nalgas, a escupirle el ombligo y a frotarle mis tetas en su flor más nutrida de flujos cada vez.
    
    No sé cómo hice para quedarme en tanga tan rápido. Cuando al fin mi lengua entró y saboreé su botoncito prohibido gimió mucho más, presionó mi cabeza para que insista con mis lamidas, y decía presa de su lujuria: ¡así, comeme toda, lameme el culo también… no sabés las ganas que tengo de coger… mis primos me acabaron como 15 veces, pero nunca me tocan… le vas a llevar mi bombachita a Dieguito después?... esa pija es la más ...
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