La Escalera
Fecha: 07/08/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Estuvo protestando por el traslado a Palma de Mallorca hasta que vio la casa que tendría que ocupar durante esos cuatro meses.
La empresa había puesto a su disposición un chalet adosado con varias plantas y garaje. Tenía un amplio salón y lo que más la gustó fue que desde su habitación se podía acceder al trastero por una escalera. Era un trastero en forma abuhardillada. Estaba vacío y sólo lo usaba para tender a secar la ropa húmeda. En el techo tenía un tragaluz enorme y su sueño romántico era hacer el amor viendo por él las estrellas...
La escalera se bajaba tirando de un gancho. Era de madera y caía con una leve inclinación, casi verticalmente.
Allí era donde su amante la ató desde el primer día, el día que se conocieron y que la propuso un juego un tanto especial...
Para no hacerla daño, forró los peldaños con toallas. Allí la ató las manos por encima de su cabeza, de forma que sus brazos quedaron estirados. Para ese juego, la quitó los pantalones y la dejó sólo con una amplia camiseta y la ropa interior.
Luego soltó los corchetes del sujetador y sus senos se precipitaron sobre el escalón golpeándose con suavidad. En esa postura, hizo reposar sus grandes tetas entre dos peldaños.
Atada con los brazos hacia arriba, pudo sentir cómo sus manos la recorrían entera. Primero sus contornos, luego sus partes femeninas... siempre por encima de la ropa. Las caricias eran súper excitantes. La agradó sentir cómo la sobaba los pechos por encima de la tela, cómo ...
... bajaban las manos hasta las nalgas y se recreaban en sus glúteos...
Aunque estaba a su espalda, perfectamente se daba cuenta que las manos, al tocarla por encima de las bragas, iban descubriendo sus nalgas... Sus ojos se clavarían en ellas mientras sus dedos recorrían y exploraban ese nuevo territorio.
Su mirada descubriría esos pequeños hoyitos en su piel... esa celulitis que poco a poco iba creciendo en sus muslos... Atada, medio desnuda, sin poder moverse, disfrutaba mientras las manos se introducían bajo la camiseta y subían por la espalda hasta volver a apoderarse de los pechos y jugar con los pezones...
La estremecía esa extraña sensación de no responder a las caricias que recibía. La encantaba sentir cómo, sin levantarla la camiseta, la sacaba las tetas de las copas del sujetador, cómo se los masajeaba, se los estrujaba con fuerza o acariciaba con dulzura haciendo levantar los pezones...
Luego, cuando menos lo esperaba volvía a metérselos y volvía a sentir las manos perdidas por todo su cuerpo. Pronto vino la venda en sus ojos... Él podría contemplar todo su cuerpo y ella no... podría verla desnuda, mirarla obscenamente y ella no sabría nada de sus gestos, de sus miradas.
Primero la levantó la camiseta y liberó completamente sus pechos... Quedaron así desnudos... caídos ante sus ojos... La tuvo así unos momentos, inmóvil, sin tocarla... Sabía que estaba frente a ella mirándola fijamente, observando cada detalle de la forma de sus senos.
Los tenía grandes ...