1. Mal amigo?


    Fecha: 18/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    He decidido contar mi experiencia al ver que muchos otros hacen lo mismo, resguardados por el anonimato. Y para mí eso es importante y ya verán por qué.
    
    Con Edmundo tenemos una amistad de hace muchos años. Ha sido un buen amigo y siempre fue muy leal conmigo, especialmente cuando trabajábamos juntos y se produjo en la empresa un problema que yo quise solucionar, echándome encima a casi todos los demás. Él fue el único que estuvo conmigo y me ayudó y defendió de los ataques malintencionados. Después de esa situación yo decidí renunciar a pesar de que mis jefes habían reconocido que mi intervención había sido la correcta y me pidieron que me quedara, pero con el resto de mis colegas -la mayoría unos mediocres cretinos- la relación se había vuelto espesa. Y cuando me separé de mi mujer él fue una gran ayuda para pasar aquel amargo momento. Para un hombre cerca de los cuarenta, fracasar en un matrimonio de diez años es algo terrible. Ahora veía a los niños sólo los fines de semana y a mi ex mujer ni eso, pues me aborrecía por haberle sido infiel. Yo tenía la culpa, lo sé. Pero creo que las mujeres dramatizan demasiado el asunto.
    
    Con Edmundo seguimos juntándonos en ocasiones para beber una cerveza y contar chistes. Él me invitaba mucho a su casa, pero como vivía muy lejos yo no me animaba a ir, hasta que un día acepté. Entonces conocí a Karen, su mujer, de la cual siempre mi amigo hablaba con mucho respeto y cariño.
    
    No era una modelo. Sin duda que tenía su poco de ...
    ... sobrepeso. Pero tenía una forma de mirar, hablar, moverse, que me encantó desde el primer momento. Tenía ese aire sensual profundo que convierte a la mas fea en la cosa más deseable del planeta. Y mis pensamientos volaban en aquella dirección, aunque mi conciencia me decía que, por amistad, no podía ni pensar en hacerle algo así a mi amigo.
    
    Pero, la naturaleza le juega a uno pasadas perversas de pronto. Comencé a ir más seguido y nos poníamos a ver el fútbol en la tele, leer revistas, contar anécdotas divertidas, y jugar a las cartas. En estas ocasiones Edmundo hacía pareja con su mujer y yo, a veces con su hija pequeña, una niña muy risueña y simpática pero un desastre como compañera de juegos. A veces sentí que Karen pegaba su pierna a la mía cuando estábamos jugando, y la dejaba allí. Yo pensaba que era un acto involuntario, debido a la familiaridad que ya existía entre nosotros. Pero en ocasiones los movimientos que hacía me hacían sospechar otra intención que, cuando la miraba, se desbarataba, ya que seguía concentrada en el juego y, como siempre, llevando la delantera.
    
    En una ocasión sentí que su intención era clara. Estábamos navegando en Internet con mi amigo y decidimos, aprovechando que los niños dormían, entrar al Rincón. Comenzamos a ver las fotos y a reírnos. En eso, apareció Karen y se colocó detrás de mi silla.
    
    -Yo quiero ver... -dijo entusiasmada, pero hizo un gesto de frustración cuando vio que nuestro interés estaba en las lesbianas-. ¡No sean aburridos! ...
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