1. Sole mi diosa


    Fecha: 07/02/2025, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Manfreed, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    La luna, una bola de queso brillando en el cielo, se colaba por la ventana. La habitación se llenaba de un halo plateado, como si  un mago hubiera hecho un truco de luz.  Sole, con su cuerpo de diosa, se movía con una gracia que me dejaba boquiabierto. Su perfume, una mezcla de flores y dulzura,  se  pegaba  a mí,  como  si  fuera  un  velo  invisible  que  me  encantaba.  Un aroma a jazmín y vainilla que me  inundaba  los  sentidos,  susurrando promesas en mi oído.
     
    Sus ojos,  dos  pozos  de  chocolate  llenos  de  pasión,  se  encontraron  con  los  míos  y  una  corriente  eléctrica  me  recorrió  de  arriba  abajo.  Era como si  la  misma  tierra  hubiera  temblado  al  sentir  la  intensidad  de  su  mirada.  El  silencio,  solo  roto  por  el  ritmo  de  la  música  que  llegaba  de  fuera,  era  como  un  telón  de  fondo  para  la  obra  de  teatro  que  estábamos  a  punto  de  representar.  Una obra donde la pasión era la única protagonista.
     
    Ella me  sonrió,  una sonrisa  que  me  hacía  sentir  el  hombre  más  afortunado  del  mundo.  Era como si  el sol  hubiera  decidido  brillar  solo  para  mí  en  ese  instante.  Un  gesto  suave  de  su  mano  me  invitó  a  acercarme  y  con  una  fuerza  irresistible,  me  atrajo  hacia  ella.  Sus  labios,  suaves  como  pétalos  de  rosa,  se  fusionaron  con  los  míos  en  un  beso  que  me  dejó  sin  aire.  Un beso que me  hizo  ...
    ... olvidar  todo  lo  que  estaba  fuera  de  esa  habitación,  un  beso  que  me  transportó  a  otro  mundo,  un  mundo  donde solo existía  la  intensidad  de  nuestros  cuerpos  entrelazados.
     
    Sus  manos,  con  una  delicadeza  que  me  dejaba  sin  palabras,  me  acariciaban,  me  exploraban,  me  hacían  sentir  como  si  fuera  la  primera  vez.  Cada  toque  era  un  descubrimiento,  una  revelación  que  me  devolvía  a  la  vida,  más  intenso,  más  consciente  de  cada  fibra  de  mi  ser.
     
    El  tiempo  se  voló,  el  mundo  desapareció.  Solo  quedábamos  nosotros  dos,  unidos  por  una  fuerza  que  no  podíamos  explicar,  pero  que  nos  atraía  con  más  fuerza  que  la  gravedad.  Era  como  si  un  imán  invisible  nos  hubiera  atraído  hasta  ese  punto  sin  darnos  opción  a  escapar.
     
    En  ese  instante,  en  ese  rincón  de  intimad,  nos  entregamos  a  la  pasión,  a  la  emoción  de  estar  juntos,  de  compartir  un  momento  que  quedaría  grabado  en  nuestras  memorias  para  siempre.  Nuestros  cuerpos  se  fusionaban  en  un  solo  ser,  como  si  hubiéramos  estado  destinados  a  encontrarnos  desde  el  principio  de  los  tiempos.  Cada  suspiro,  cada  gemir  era  un  eco  de  la  pasión  que  nos  inundaba.
     
    Cada  movimiento,  cada  susurro,  cada  caricia,  era  un  acto  de  amor  y  deseo  que  nos  hacían  sentir  que  estábamos  viviendo  un  sueño. 
«1»