Tengo 35 años, y me cojo a mi estudiante 14
Fecha: 23/12/2018,
Categorías:
Gays
Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... que fuese. Se me acercó un poco y le dije que diera la vuelta, de manera que quedó frente a mí. Ya la tensión la sentía, algo iba a pasar, pero pensé que si darle un beso o algo así, para cumplirle ese sueño jajaja, pero me sorprendió que se fue de boca a mi entre pierna y comenzó a acariciarme el guebo por encima del mono que yo tenía. Se me paró el guebo enseguida. No aguanté y me lo saqué, me senté sobre el escritorio y dejé que él se quedara agachado, mientras comenzaba a mamármelo. Parecía que hubiese practicado o con otro guebo, o con alguna fruta, porque lo hacía realmente bien, me lamía las bolas primero, y luego subía hasta mi glande, para así meterse lo más que podía en la boca, mientras yo con mis manos le agarraba el pelo ese de marico que tenía y lo hacía que se atragantara, hasta que le daban arcadas. Luego, sin soltarle aun el cabello, le sacaba el guebo de la boca, y con sus ojos aguados por las arcadas y la excesiva saliva, le preguntaba: — ¿Esto es lo que tú quieres?, ¿guebo, cierto? —Sí, sí. —decía jadeando— Deme más. —Trágatelo —decía yo, mientras se lo metía de un solo golpe hasta donde más le cabía. Luego, mientras me lo mamaba, le tapaba la nariz y lo dejaba por segundos sin respiración, cosa que hacia se desesperara un poco más; a mí me encantaba porque se veía tan perrita, tan zorrita sumisa. Como sabía que no podíamos durar tanto tiempo ahí, fui directo al grano. Lo levanté y le di la vuelta, él, mientras babeaba aun, me decía que quería que se lo ...
... metiera. — ¿Qué dices? —le pregunté agarrándolo de espaldas y acercando mi boca a su oreja, cosa que sabía que lo hacía poner más perrita. —Que me lo meta, por favor. — ¿Por favor? —preguntaba mientras le mordisqueaba la oreja y con la otra mano le sobaba el culo. —Sí, sí. —Está bien, te haré ese favor —respondía yo, entre risas. No esperé dos segundos, cuando ya lo tenía de espaldas y con la ropa abajo. No perdí tiempo y comencé a mamarle ese culito rico que tenía. Era lampiño, y eso me volvía más loco porque podía mordisquearle las nalgas todo el tiempo que me da la gana, cosa que lo volvía loco a él y que a mí me sacaba de sí. Mientras se lo chupaba, él ponía sus manos en mi cabello y hacía movimientos de desespero, como si quisiera que mi boca entrara por todo su ser. Como no aguantaba más, me levanté, le eché un escupitajo y le di dos nalgadas, mientras ponía la punta de mi guebo en la entrada de su culito. — ¿Sin condón? —me preguntó —Sí, sin condón, ¿a qué le temes? —No, a nada —dijo, y se abrió el culo con las manos, de par en par. —Entonces quédate quietico, y en silencio que nos pueden escuchar. Cuando comencé a metérselo, empezó el quejido, pero en seguida le tapé la boca. —Que te quedes callado, coño, que nos van a escuchar. —Hmmhhmm —respondía él. Se lo sacaba por segundos, le echaba saliva y luego se lo volvía a meter. Después de unos treinta segundos, ya le estaba dando guebo como era. Si llevábamos 5 minutos desde que nos quedamos solo era mucho. Todo era muy ...