1. Parte de lo que he vivido


    Fecha: 09/08/2017, Categorías: Zoofilia Autor: Key-Q, Fuente: SexoSinTabues

    Compartíamos la casa de mi abuelo con una tía (hermana de mi mamá) y su familia (marido e hijo), mi primo es 7 años mayor casi nunca estaba en la casa y tenía un perro salchicha que pese a ser de él era más amigo mío que de cualquier otra persona en esa casa. Todos los demás trabajaban, por lo que por las tardes luego de la escuela quedaba sola con mamá, que siempre tenía algo que hacer y cuando no estaba viendo telenovelas no tomándome mucho en cuenta, por lo que yo me dedicaba mayormente a jugar con el salchicha. Para ese entonces yo tenía 12 años, ya me había llegado mi primera regla y estaba comenzando a explorarme. Pasaba gran parte de las tardes con el perro, ya fuese en mi habitación, la de mi primo o en la sala de estar, no nos faltaba a que jugar siempre había una pelota por ahí, algún muñeco viejo o simplemente le hacía cosquillas con mis propias manos, acariciándolo a veces cuando se quedaba tranquilo. Y no faltó la ocasión en que le topé su pene, que pese a haberme ruborizado insistí en pasar mi mano por ahí y notando que al animal no le molestaba se la dejaba apoyada en su cosa cuando estaba boca arriba, atreviéndome hasta a jugar con sus testículos. Lo que ya desde esa primera vez se transformó en un vicio, pues al día siguiente le estaba haciendo lo mismo, me encantaba sentir su pene bajo la piel de su vientre y que me dejara jugar con sus bolas. No era algo muy invasivo pues solo le tocaba por encima su aparato y sus huevos los cobijaba en una de mis manos ...
    ... moviéndolos suavecito. Esto a cada día que pasaba me excitaba aún más, percibía yo como fluían de mi interior los líquidos que dejaban jabonosa mi vagina. Y antes de dos semanas de haber iniciado este sucio juego, en una salida de mamá a comprar el pan por la tarde en que demora entre 20 minutos y media hora, no pude evitar hacer lo que mis instintos me dictaban, a mis senos que estaban en pleno desarrollo le cosquilleaban sus incipientes pezones y mi humedecida vagina suplicaba por ser acariciada. Por lo que sin mayores tapujos y a sabiendas que de momento estaba a solas en casa, sobre la cama de mi primo al lado de su perro comencé a masturbarme, mi corazón estaba muy agitado y no sé porque contenía tanto yo mi respiración, como que la falta de oxigeno acentuaba la sensibilidad de mi sexo. Estaba yo ahí con mis calzones a las rodillas, a piernas abiertas y con ambas manos involucradas en ello, con el dedo medio de la izquierda frotaba mi clítoris mientras el medio y anular de la derecha jugaban al mete y saca, cuando sin darme cuenta, el salchicha estaba ahí mismo con su nariz en mi entrepierna y atraído por el olor de mis fluidos se puso a lamer ayudándome en mi labor, haciéndome alcanzar muy pronto un delicioso orgasmo, su caliente y áspera lengua desplazó el accionar de mis manos, encargándose de mantener aquel orgasmo por un par de minutos o más. Jamás había logrado algo así con mis manos, apenas llegaba a unos tibios orgasmos, y ni hablar de los alaridos de placer con que ...
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