VINO TINTO
Fecha: 09/01/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
La voz de la aeromoza me saca de mi abstracción y me trae de regreso al avión que me lleva hasta ese país caribeño.
Cuantos días ha pasado sin saber de ella, la podré ver? Podrá llegar ella a ese sobrentendido encuentro?
He pasado mis maletas por revisión mientras trato de redactar un mensaje para enviarlo por texto.
Mi vuelo acaba de llegar, qué ansias por verte ¡!; estas próximas 8 horas esperándote serán una agonía.
No hay respuesta, asumo que estas ocupada en tus quehaceres cotidianos.
Ya en el hotel, me tomo un café y luego otro, veo una película y de pronto el noticiero que empieza a arrullarme; un zumbido sale de mi celular y me despierta, son las 4 am y puedo leer : “Loco, eres un loco, ¿cómo te has venido hasta aquí?, te escribo después de las 10 am”, me sonrío y me quedo dormido con esa expresión.
Es casi el mediodía y tu mensaje no llegó nunca, qué pasa?
Pido algo de comer y mi ansiedad me traiciona, embuto todo en un santiamén mientras miro el reloj y mi celular.
Me baño nuevamente esperando que así se pase el tiempo, quiero verte.
Al salir de la ducha encuentro un mensaje tuyo: Podré salir después de las 5 pm, en donde te recojo? “Me perderé por 3 horas, no puedo más, es peligroso”
Te contesto y salgo a la calle, consigo algo del super, me compro algunas postales y al rato me regreso para el hotel….ya quiero verte.
El clima es agradable, oscurece temprano en esta época del año, he dejado tanto calor en la ciudad donde ...
... vivo.
Al fin llega la hora, miro por la ventana y te veo bajar de tu camioneta, observas en todas direcciones esperando a que me aproxime.
Bajo corriendo y te doy el alcance un abrazo muy fugaz y de inmediato nos metemos al auto.
Lidia, que increíble el estar ahora junto a ti, le digo; ella mientras maneja me dice nerviosa: no sé qué me sucede, me etiquetaste! estoy inquieta, me sofoco, yo sé que esto no está bien, mi juicio me dice que no, pero… pero…. Sujeto su mano mientras conduce y de inmediato me hace sentir que ella necesitaba eso.
Avanza un tramo, da vuelta en una esquina y luego en otra y ya estamos en la autopista que nos saca de esa ciudad, nos convertimos en dos fugitivos siguiendo un impulso que sale muy de adentro de nuestra existencia.
Hemos llegado al lugar, me explica que le costó pedirle el dato a una amiga del gimnasio; la primera reacción al ingresar al motel es apagar la luz de la recamara y prender la lámpara del velador, mientras Lidia se sienta algo temblorosa al filo de la cama, yo abro la botella del vino tinto que compré en el super
Ella activa su Ipod y la habitación se inunda de un ambiente especial, las miradas dejan al fin de ser esquivas y ahora se dejan escuchar; llega ese ansiado y prolongado beso, ya no hay lugar para más esperas. Es el encuentro de dos personas que lo menos que desean es ser racionales y por lo mismo se ayudan entre si a despojarse de todo lo que está demás.
Lidia susurra algo inentendible, mientras Herp Albert ...