Por azucar
Fecha: 20/06/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... nada mal?
-Claro que lo sé, pero me da la sensación de que vas mal encaminado. Ana puede ser cualquier cosa menos liberal-
-Bueno, eso nunca se sabe-
-En este caso, créeme, no tienes nada que hacer. Es un auténtico muermo-
-Bueno, pero al menos podríamos intentarlo-
-Haz lo que quieras, pero creo que lo tienes crudo-
Estuvimos toda la en la playa, y no llegamos al apartamento hasta las diez de la noche. Tras una cena ligera, preparé café, y fue en ese momento cuando me percaté de que no había comprado azúcar.
-Vaya, olvidé el azúcar y a esta hora está todo cerrado- de repente recordé a Ana –voy a pedirle un poco de azúcar a Ana. Espero que no se haya acostado todavía-
.Cogí un pocillo para el azúcar, bajé hasta su apartamento y pulsé el timbre. Esperé unos instantes, pero Ana no daba señales de vida. Estaba dispuesta a marcharme, cuando la puerta se abrió, y apareció vestida con una bata.
-Discúlpame, Ana, no quería molestarte. Es que olvidé comprar azúcar y era para ver si me prestabas un poco-
-Tú no molestas, Isa, pasa –
Entré tras ella, que se dirigió a la cocina. Le entregué el pocillo, que se encargó de rellenar. Mientras lo hacía, mis ojos se fueron hacia la habitación, que estaba con la puerta entreabierta y tenía la luz encendida. Hasta ahí, todo normal, pero lo que rompía mis esquemas era lo que vi sobre la cama. Un hombre, completamente desnudo estaba allí tumbado y se entretenía en masajear su enorme polla. Quedé boquiabierta: ...
... jamás lo hubiera sospechado de alguien como Ana. Mi sorpresa fue tan grande que cuando se volvió con el pocillo colmado de azúcar, se dio cuenta de lo que había visto.
Se acercó a mí con una sonrisa y me dijo:
-Espero que me guardes el secreto-
Yo, cosa extraña en mí, estaba avergonzada y nerviosa:
-Por su-supuesto…-
-¿Quieres verlo más de cerca?-
-Me encantaría- reconocí
-Pues pasa-
Me cogió de un brazo y me arrastró hacia la habitación.
Me presentó a su invitado, que pese a mi inesperada aparición continuó impertérrito jugando con su polla. Se veía que la situación no le era extraña
-Roberto, te presento a Isabel, una amiga de mi ciudad que ha venido a pasar unos días de vacaciones. Isabel, él es Roberto, un amigo que conocí en la playa hace unos días, con el que, como verás, he cogido mucha confianza- dijo con una sonrisa.
Roberto era un hombre de poco más de treinta años, bien parecido y con un físico más que aceptable, aderezado con un favorecedor bronceado, aunque lo más atractivo era el tamaño y la dureza de su polla.
Yo estaba tan desconcertada que no me salían las palabras, y él tampoco dijo nada, limitándose a mirarme con una sonrisa.
Ana se sacó la bata, quedando en ropa interior, un sugerente conjunto de color negro, y olvidándose aparentemente de mí se acercó a su invitado. Yo, con mi turbación, me limité a quedarme de pie como una estatua, con el pocillo lleno de azúcar en la mano.
Ana se sentó al borde de la cama, extendió ...