¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 20/01/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... momento a recoger una cosa.
¿A dónde? Las vas a despertar.
No, no entro en la habitación, voy al armario del pasillo, creo que he dejado allí dos bocetos que he pintado esta mañana en un descanso de lo de las puertas.
Vale, hijo, pero no hagas ruido.
Subí arriba enseguida, giré a la izquierda buscando la rendija de luz de nuestra habitación dibujarse sobre el pasillo, pero el suelo era una sombra contínua, perfecta. Me acerqué. Efectivamente la puerta de la habitación estaba cerrada. Sentí como la angustia crecía en mi interior y pegué el oído a la madera, a la cerradura. Inútil, no se oía nada. Tuve que bajar de nuevo.
¿Los encontraste?
No, mamá, no sé dónde los habré dejado
¡Ay, hijo, mío, dónde tendrás siempre la cabeza!
Me senté de nuevo y con paciencia volví a oír historias del pasado mientras mi presente se desarrollaba arriba. El reloj, ahora, misteriosamente, apenas se movía.
Horas más tarde ambas mujeres bajaron relajadas y tranquilas, Ana se estiraba, perezosa, y me sonreía. Gloria se sentaba directamente en el brazo del sofá de mi madre y jugaba a peinarle el cabello. Poco más tarde aparecieron los niños y la escena se desplazó al patio. Mi madre comentó que en una par de días abrirían la prometida piscina municipal y los pequeños se volvieron entonces incontrolables. Yo volvía al trabajo de las puertas, una ya estaba prácticamente terminada pero podría haber ido más deprisa si mi cabeza no pensara constantemente en otras cosas. Desde la ...
... lejanía veía a mi hermana y mi cuñada cuchichear y reírse juntas, y me preguntaba por qué habían cerrado la puerta. ¿Sospecharían algo?
El resto del día transcurrió de manera anodina. Para mí había estado marcado por la espera y la incertidumbre. Estaba agotado, y deseaba a Gloria más que nunca, pero al acostarnos se repitió la escena del día anterior. Mi mujer me acarició el pelo y me miró con ojos cansados, parecía tener sueño.
Estoy reventada, ¿dormimos?-
No llegó siquiera a esperar mi respuesta, se tumbó despacio, de costado dando la espalda a mi lado de la cama-.
Apaga enseguida la luz, cielo, o me desvelaré.
Los días siguientes transcurrieron de manera semejante. La puerta estaba siempre cerrada a la hora de la siesta, Ana y Gloria recuperaban a marchas forzadas su complicidad, estaban casi siempre juntas, charlando, paseando, dando de merendar a los niños, preparando algunas de las comidas. Yo las oía o las contemplaba mientras mi cuerpo y mis herramientas se desplazaban de una parte a otra de la casa intentando reparar bisagras deshechas, metales oxidados, maderas deformadas. Cuando trataban algún tema que para ellas era especialmente delicado se hablaban al oído, se miraban y acababan riendo. Al menos Ana parecía estar recuperando parte de su alegría. Sin embargo me daba la sensación de que yo iba, poco a poco, quedando excluido de su juego. Me ofrecí a llevarles una mañana a la ciudad más cercana donde se habían propuesto hacer una pequeña excursión ...