1. Qué manera de iniciarme


    Fecha: 22/01/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... previo aviso, paró la marcha, me abrazó y me dio un baso tan rico y cachondo, que solo me hizo ver estrellitas.
    
    De allí a la sombra que daba una palmera, pasaron unos segundos y otros más fueron suficientes para ya estar yo totalmente encuerada, con su cara metida en mi entrepierna, con su lengua lamiéndome el clítoris.
    
    Para qué les digo lo que pensaba. Solo puede contarles que así conocí el primer orgasmo.
    
    Fue lo más rico que había sentido, pues cuando un amigo quiso hacerme su novia, apenas llegamos a unos besos sin chiste que nada me provocaron.
    
    Con Fabián fue distinto desde el principio.
    
    Todo iba perfecto hasta que él movió mi mano para, sobre su pantalón corto, sintiera a erección de su verga.
    
    ¡Qué bruto! Jamás imaginé que existiera un miembro de esas dimensiones.
    
    Me hizo que lo masajeara sin desvestirse y luego se enderezó, para quedar con su enorme bulto frente a mi cara.
    
    Con la sola mirada, me indico que era hora de conocer su vergota.
    
    ¡¡Era realmente inmensa!!
    
    Por el tamaño de mis manos, luego calculé que le mida cerca de 9 pulgadas y es bastante gruesa.
    
    Me encantó su glande, pues como jamás había visto una verga erecta, me encantó la punta tremendamente amoratada, como queriendo explotar.
    
    Tome el enorme miembro con las dos manos y comencé a besarla como Dios me dio a entender, primero con simples besos en la punta, pero luego, emocionada y bastante caliente, comencé a pasarle la lengua desde el agujerito del glande, hasta la ...
    ... base.
    
    Sus dos tremendos huevotes, hinchados, se me antojaron e inicié el trabajo de chupeteo y mordisqueo.
    
    Cuando levantaba mi vista hacia su cara, me fascinaba verlo haciendo tal cantidad de gestos que no pude más y le pedí que le hiciera suya.
    
    Fabián, sin hacer pregunta alguna, me recostó en la arena y, sabiendo que estaba con una mujer que nunca había sido penetrada, se tomó todo el tiempo necesario para introducirme su enorme garrote.
    
    Debo confesar que, con más pasión que miedo, sentí cómo acomodó la punta de su verga en mi virginal entrada.
    
    La fue metiendo poco a poco, hasta que sintió la presencia de mi himen, el sello de garantía de mi virginidad. Allí se frenó y me vio a la cara.
    
    Supongo que mi expresión era de tal éxtasis que fue el permiso para seguir su camino.
    
    El dolor que sentí, debo aceptarlo, fue inmenso, pero más el placer que a los pocos segundos inundó todo cuerpo.
    
    No sé cuanto tiempo estuvimos cogiendo, pero lo mismo me tuvo recostada a mí de espaldas y él encima de mi, que me cambió a sentarme sobre él como si fuera una amazona, luego me puso como perrito (que aquí entre nos, fue la posición que más me gustó, porque sentía su verga en toda su dimensión).
    
    No sé cuantas veces tuve ese inmensa placer de sentir que todo mi cuerpo se convierte en líquido se vacía por mi vagina.
    
    Pero cuando él sacó de mi estrecho hueco esa vergota, tan solo para lanzarme cinco chorros de leche que se estrellaron contra mi cara y mis tetitas, fue la ...