1. Desafío de galaxias (capitulo 57)


    Fecha: 22/01/2019, Categorías: Sexo Oral Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... Bertil, es un kedar y es uno de mis principales colaboradores, —Bertil la miraba sin mover un músculo, hasta que finalmente su rostro crispado se fue relajando y lentamente la ofreció la mano sin perder la seriedad.
    
    —Iris, es un saludo. Si quieres revolver el saludo, estréchale la mano, —sin pensárselo la estrecho y todos se sentaron de nuevo.
    
    Durante casi una hora estuvieron conversando e Iris, y sobre todo Bertil, fueron entrando en ella. Finalmente, se levantaron y volvieron al Palacio para la cena.
    
    Después de cenar, Marisol y Anahis estaban en la antigua habitación de la segunda, abrazadas y desnudas sobre la cama mientras se besuqueaban.
    
    —Quiero que hagas algo por mí, —dijo Anahis— pero me tienes que prometer que lo vas a hacer.
    
    —¿Y que es lo que tengo que hacer? —preguntó mosca.
    
    —Me lo tienes que prometer antes de que te lo diga.
    
    —Pero, ¿por qué?
    
    —Porque si te lo digo no lo haces.
    
    —¡Joder mi amor!
    
    —Anda, “porfa”, hazlo por mí, —insistió mientras con la punta de la cola la acariciaba el trasero.
    
    —No, que no me fío, que seguro que me lías alguna… ¡y deja quieta la cola!
    
    —No soy yo, es ella sola, —dijo Anahis juguetona mientras con la cola seguía acariciándola— ¿qué te cuesta complacerme?
    
    —¡Qué me huele a encerrona!
    
    —Que no tonta, lo puedes hacer perfectamente, hazlo por mí anda.
    
    —¡Que no!
    
    —Anda “porfa”.
    
    —¡Joder, Anahis, ...
    ... tía!
    
    —Venga anda.
    
    —¿Quieres dejar quieta la cola?
    
    —Venga, no seas pesada, di que sí.
    
    —¡Ah!, ¿soy yo la pesada?
    
    —Solo tienes que decir que sí.
    
    —¡Joder!
    
    —Hazlo por mí, si me quieres di que si, —dijo Anahis poniéndose de rodillas sobre la cama con los brazos en jarra y el ceño disparado.
    
    —¡Anahis, eres muy plasta cuándo te lo propones! Está bien, te lo prometo.
    
    —¡Lo has prometido! —exclamó Anahis aplaudiendo y abalanzándose sobre ella para besuquearla.
    
    —Dime por lo menos que es lo que te he prometido.
    
    —Cuándo tengamos unos días libres, nos vamos a ir a Raissa, o a cualquier otro sitio y te vas a vestir como yo quiera: falditas, vestiditos y zapatos de tacón alto.
    
    —¡No pienso vestirme como un putón!
    
    —Me lo has prometido, ¡y no vas a ir como un putón! Siempre te veo, o desnuda, o con ropa militar… bueno, salvo en España que vas con ropa deportiva.
    
    —Es que somos militares mi amor…
    
    —Es que tú te pasas de militar tía, que veo a las compañeras del cuartel general, y cuándo salen de fiesta no llevan el uniforme, al contrario, van cañón, cañón.
    
    —¡Bueno vale! —se rindió finalmente— ¡Pero no pienso pintarme las uñas de colores estrafalarios!
    
    —Vale, las uñas no.
    
    —¡Ni el pelo!
    
    —¡Cállate que ya estás hablando de más! —y juntó sus labios con los de Marisol impidiéndola seguir refunfuñando, mientras su cola seguía jugando con el trasero de Marisol. 
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