Mi cuñada
Fecha: 24/01/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Aquella mañana me había levantado totalmente empalmado solo de pensar que mi cuñada Carmen y yo estábamos solos en casa. Mi cuñada carmen tenia las tetas perfectas, eran de un buen tamaño sin llegar a ser desmesuradamente grandes, y las tenia estupendísimamente bien puestas, yo no se las había visto nunca pero siempre se le marcaban es sus camisetitas de manga corta. Su culo era perfecto y me volvía loco solo de pensar que alguien se lo podia haber follado.
Alguna vez a la hora de desayunar aparecía solo con una camiseta y sin sujetador de forma que se le marcaban aquellos maravillosos pezones que culminaban las perfectas tetas que tenía, no se ponía ningún tipo de pantalón de forma que tuve de vez en cuando a la vista sus braguitas (normalmente blancas) cuando se sentaba o se empinaba para coger algo de algún armario. En esas situaciones yo me ponía supernervioso y no me podía levantar de la mesa porque la polla se me ponía durísima de verla andando así por la cocina, y además me tocaba luego ir a hacerme una paja por ella.
Carmen solo tenía un problema, y era que no nos llevábamos nada bien, se podía decir que no congeniábamos nada, lo cual me ponía mas cachondo solo por el hecho de que algún día me la pudiera follar a la muy cabrona (cosa que claro está solamente ocurría en mi imaginación).
En definitiva, tenia una cuñada que estaba buenísima, que tenia un tipazo de muerte, que tenía pinta de viciosa impresionante, que tenía las mejores tetas del mundo…., ...
... pero que yo jamás me la follaría.
Me levante y fui a la cocina para prepararme algo para desayunar cuando apareció como siempre con una camisetita blanca de tirantes y en bragas, yo me volví hacia la encimera nada más verla porque cuando estaba así no sabía para donde mirar ya que la vista se iba hacia su entrepierna y su pecho
_ ¿Que vas a tomar?, me dijo desenfadamente
_ Buenos días, un café. Le respondí
_ ¿Me preparas uno para mi sin azúcar?
_ Sí, ahora mismo. Le dije amablemente
Preparé los dos cafés y cuando me di la vuelta, allí estaba la muy cabrona, marcando sus dos pezonazos en la camiseta y por pocos centímetros casi dejándose ver las bragas. Me acerque y le ofrecí su café
_ No me has echado azúcar, ¿verdad? Me dijo, a lo cual le respondí que no.
Se dirigió a un armario y me quedé mirándola, ya que sabía lo que iba a pasar, se iba a empinar para coger la sacarina, y cuando lo hizo sus perfectos glúteos asomaron al subírsele la camiseta dejando ver sus braguitas por detrás. No sabia donde meterme ante aquel maravilloso espectáculo, me había empalmado en unos segundos ante tal visión y ya no sabia como ponerme, me di cuenta de que se notaba el bulto de mi polla en el pantalón corto que me ponía al levantarme y me fui lo mas rápido a sentarme para ocultar la hinchazón, pero ella se había dado la vuelta enseguida y pude ver como observó y miró lo que me había sucedido. Su gesto fue de cómo si no hubiera pasado nada y una cara que parecía que ...