1. z) Luna de luto (y final)


    Fecha: 13/08/2017, Categorías: Gays Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... él, me incorporé y comencé a lamerle su apetecible cuerpo.
    
    En realidad no me consideraba un puto aunque mi anterior trabajo tuviera alguna relación, solo uno de mis hombres me había pagado por mis servicios, Davy, y eso fue diferente. Pero sí que me gustaba darle placer a mis amantes, y hacerles felices cuando me utilizaban, era mi forma de ser, entregado a los machos que me sabían provocar los instintos más primarios del sexo y este oso ya mayor lo había logrado.
    
    Pasaba mi lengua por sus carnosos labios y le besé la chata nariz de boxeador, metí en mi boca los gordos pezones que tenía en el pecho y los mamé como si fueran los de Noa, me encantaba su sabor a macho, se dejaba hacer y deseaba lamerle la verga a pesar de haberme dicho que no era el momento. Antes degusté el pecho peludo y el abdomen, lamiéndolo todo hasta tropezar con la, más larga gorda polla.
    
    Era más gruesa de lo que me pareció al tocársela y sobre todo el glande era tremendo, la besaba y lamía como si fuera un helado y me la introducía a la boca hasta conseguir que el hombre suspirara, me dijo que quería escuchar mis gritos y resultaba ser él quien rugía al sentir su verga en mi garganta, después de darle placer a su palpitante miembro, pasé a disfrutar de de sus hermosos cojones de toro, duros, con abandante vello y bien pegados a la base del pene, parecía un macho joven.
    
    Gemía y jadeaba como un perro al sol de un mediodía en verano, muerto de placer por lo que le hacía y no había creído que ...
    ... sucediera. Me apartó con brusquedad de sus genitales y enloquecido por el deseo se puso sobre mí con la punta del pene en la entrada de mi culo.
    
    -No aguanto más, prepara tu culo. -llevé rápidamente saliva a mi ano y le sujeté la verga para que dejara sus flujos y sirviera de lubricante, empujaba con mucha fuerza y no conseguía meter tan tremendo glande.
    
    -¡Ábrete dulce perrita! Quiero entrar en tu culo y en tu vientre. -de un empujón consiguió meter la punta, me quejé dolorido, pero estaba tan excitado que no se debió de dar cuenta y sin detenerse continuó metiendo el terrible y gordo instrumento.
    
    -Ya te tengo, putito, ya eres mío. -a pesar de tener toda la verga dentro, con los testículos en la puerta del ano, continuaba apretando. Lo peor había pasado y solo sentía la agradable sensación de su verga en mi recto y los anillos de mi ano abrazándola queriéndola.
    
    Me besó mordiéndome los labios y empezó la gran follada, sin motivo ni intención recordé a mi padre, sí, me recordaba a las insuperables cogidas que me daba, sentía el gusto enloquecedor de su pene rozando la entrada de mi ano, el inmenso placer que un macho semental y buen follador sabe dar a una hembra entregada y dispuesta a disfrutar de su hombre.
    
    Bruno aguantaba follándome fuerte y sin pausa, barrenándome el culo con muchas ganas hasta que empezó a ponerse rígido, me enviaba la señal inequívoca de que su semen estaba en camino expulsado de sus llenos cojones.
    
    Se dio unos tremendos y locos meneos en ...
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