Experta en el arte de ligar
Fecha: 02/02/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: PaulinatvCDMX, Fuente: CuentoRelatos
Hola, gracias por leer mis relatos, mi nombre femenino es Paulina, soy una mujer travesti a medio tiempo, tengo actualmente 30 años y en este momento me di un poco de tiempo para poder seguir contándoles mis vivencias en mi travesía en el mundo del travestismo. Les recuerdo que mis relatos son vivencias propias y trato de plasmarlas tal y como me sucedieron, justo como el recuerdo llega a mi cabeza. En esta ocasión les voy a contar de una rica experiencia casi fugaz que tuve con un amante en el año 2012, en ese momento yo tenía ya 25 años cumplidos y ya estaba totalmente despierto y declarado en mi mundo gay. Este relato tiene lugar en la CDMX. Espero y sea de su agrado.
Antes que nada, permítanme decirles que si bien soy un travestí desclosetado, por razones laborales algunas veces tengo que actuar como "hombre" y como tal, vestirme y tratar de no ser tan obvio.
En una de esas ocasiones, después de tratar un asunto de negocios, nos fuimos un amigo y yo, a comer y tomarnos unas cervezas a un Bar cercano a mi departamento. Este amigo, aunque conoce mis preferencias sexuales, no es del ambiente pero es bastante tolerante. En fin, cuándo llegamos al Bar se encontraba ahí un señor de unos 50 años, de muy buena presencia, alto, fornido, varonil, en fin, un excelente ejemplar del sexo masculino. Esta demás decir que a mí los hombres maduros me fascinan y me vuelven loquita…
En el transcurso de los brindis y la botana, me di cuenta que este caballero (que se encontraba a ...
... dos mesas de distancia), constantemente nos veía pero sin mucha insistencia y sin definir a quien de los dos. Con ya tres cervezas bebidas, le empecé a dirigir miradas, que según me dijo mi amigo, dejaban ver mi puteria a flor de piel (¿Acaso tengo alguna otra forma de mirar?). Al cabo de unos momentos, llegó el mesero con otra ronda de cervezas diciéndonos que nos las invitaba el señor Gustavo, dirigiendo la mirada a donde se encontraba este hermoso monumento a la masculinidad. Le agradecimos efusivamente su cortesía y lo invitamos a sentarse en nuestra mesa, cosa que aceptó de inmediato. Por lo que nuestro mesero le acomodo un banquillo y lo posiciono a mi lado derecho. (Cabe especificar aquí que las mesas de este Bar son de las mesillas altas con banquillos de los que te obligan a dejar las piernas colgando). Después de las mutuas presentaciones entablamos una charla referente al clima, pues estábamos en la temporada de lluvias y amenazaba una tormenta. Gustavo se dirigía mas a mí y sin querer casi nos olvidamos de mi amigo, pues su participación en la conversación era casi nula.
Hablamos de mujeres y de la moda de las dietas, haciendo él un comentario de que no entendía como era que a las jovencitas actuales les gustaba estar tan flacas, siendo que a la mayoría de los hombres les gustan más, sino gorditas, rellenitas (aclaro que una servidora está ligeramente pasadita de peso), a la vez que me lanzaba discretas miradas a la parte baja de mi cuerpo, específicamente a mis ...