1. Sonia


    Fecha: 02/02/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Basilio, un cuarentón español, moreno, de estatura mediana, pelo castaño y rizado, llegó del hospital, donde quedara ingresada su esposa Rosa, una morenaza cubana, flaca de 36 años, de 1.80 de estatura, de largo cabello negro, labios carnosos, grandes tetas, tremendo trasero y grandes ojos negros.
    
    En la sala de estar, sentada en un sillón se encontró a su hija Sonia, que era un cuadro de su madre, en versión jovencita. Sonia le preguntó a Basilio:
    
    -¿Cómo está mi mami?
    
    -Bien. Sólo fue un susto. El médico dijo que se tiene que quedar una noche en observación. Dijo que los golpes en la cabeza son muy traicioneros.
    
    -¡Bien!
    
    -Si, gracias a Dios todo va bien.
    
    Sonia no lo decía por eso. Basilio pronto iba a descubrir porque lo decía.
    
    -¿Cenaste, papí?
    
    -No. ¿Pido una pizza?
    
    -No hace falta. Hice curry, picante, muy picante
    
    -No sé cómo os gustan tanto las comidas picantes.
    
    Sonia, que llevaba puestos unos jeans que marcaban su impresionante trasero, y una camiseta escotada que dejaba ver el canalillo de sus enormes tetas, se levantó y le dijo:
    
    -El picante hace hervir la sangre. ¿Cenamos aquí o en la mesa de la cocina?
    
    -En la mesa de la cocina,
    
    Cenando en la mesa de la cocina. Sonia, quitó una de las zapatillas. Por debajo de la mesa estiró una pierna y puso su pie en la entrepierna de Basilio.
    
    -¡¿Qué haces, Sonia?!
    
    -Lo que llevas tiempo deseando que te haga. Mírame a las tetas y dime que estoy equivocada.
    
    Basilio le miró para el ...
    ... canalillo y le empezó a latir y a engordar la polla.
    
    -Estás en lo cierto, pero no voy a hacerle esa faena a tu madre.
    
    -¡Déjate de tonterías! Mi madre se casó contigo por los papeles y tú con ella por el dinero que te dio.
    
    -Eso fue hace un año. Ahora nos amamos. Y a ti te quiero como a una hija.
    
    Sonia quitó el pie de la entrepierna de Basilio, bajó la cabeza, y mostrando falsa vergüenza, dijo:
    
    -Creo que metí la pata hasta el fondo.
    
    Basilio, que seguía empalmado, le dijo:
    
    -Metiste, ¡Vaya si se la metiste!
    
    Poco después, Basilio, estaba sentado en el sillón grande de la salita de estar. Sonia estaba a su lado.
    
    Y Basilio le preguntó:
    
    -¿Ya te pasó la tontería?
    
    -No. Me muero por tener esa polla tuya dentro de mi chochito.
    
    -No debí preguntar.
    
    Sonia, con voz de mimosita, dijo;
    
    -Anímate, papi, anímate. No vamos a tener otra oportunidad como esta.
    
    -Mejor. No está entre mis planes futuros el acostarme contigo.
    
    -¿Y no me puedes hacer un dedo, papi? Estoy muy, muy caliente.
    
    -Vete a tu habitación y hazlo tú.
    
    -Quiero correrme mirándote a los ojos.
    
    -Sería bonito verlo, pero se entera tu madre y me deja.
    
    Basilio nunca debió decir esas palabras. Sonia se vino arriba.
    
    -Y si se entera de esta conversación también te manda a paseo.
    
    -¿Se la vas a contar?
    
    -Depende. ¿Me haces un dedo?
    
    Basilio, cedió.
    
    -¿Sin besos?
    
    -Sin besos.
    
    Sonia se quitó los jeans y se quedó en bragas y camiseta. Se reclinó hacia atrás y abrió sus largas y ...
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